Era un sábado cálido de julio y ya había pasado un día de los tres que duró la visita pastoral del papa Francisco a Paraguay. Corría el año 2015 y el país estaba conmocionado por la llegada del máximo representante de la Iglesia Católica.
La visita a la Clínica de la Divina Providencia de la Fundación San Rafael se manejaba como un rumor, pero no formaba parte del programa oficial.
Francisco debía cumplir una apretada agenda, almorzó en la sede de la Nunciatura y antes de ir al encuentro con representantes de la sociedad civil –en el que pronunció su recordada frase: “Qué mentiroso que sos”, refiriéndose a la clase política–, visitó la clínica dirigida por el padre Aldo Trento, un cura italiano que cuidaba de enfermos terminales para que tengan una muerte digna.
Poco después de las 16, el papamóvil se estacionó frente a la clínica cuya explanada no tardó en llenarse de fieles.
El papa bajó sonriente y fue recibido por Trento, junto a un grupo de niños que lo aclamaban.
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La visita duró 10 minutos. Francisco ingresó a la clínica junto a las personas que trabajan en el lugar, sin el acompañamiento de los miembros de la prensa que le seguían los pasos.
“Estoy muy feliz con mis hijos enfermos de sida, de cáncer, todos los chicos que están aquí son todos mis hijos, hay moribundos, cada semana mueren dos a tres personas y este año que pasa esto”, expresó el padre Aldo, sin poder contener las lágrimas, visiblemente emocionado, tras el breve encuentro.
“Me dijo: ‘Gracias padre, seguí adelante, yo no puedo quedarme más, pero vine por responder a tu pedido de bendecir la clínica'; la bendijo dos veces, una delante del Santísimo y después con todos los enfermos”, siguió diciendo.
Uno de los momentos más fuertes para el religioso fue cuando el Santo Padre besó a uno de los enfermos postrado en la cama.
“Hay un enfermo que se encuentra en la cama sin hablar, ciego, como un pedazo de mármol y con la pierna toda podrida, ahí el papa se agachó y lo besó como besara a Cristo, para mí esto ha sido una cosa realmente grande”, expresó.
Toda una vida en Paraguay
El padre Aldo Trento nació el 12 de enero de 1947, en Belluno, Italia. El 28 de julio de 1958, cuando tenía 11 años, ingresó al seminario de la congregación religiosa de los padres Canosianos. Luego de 14 años, en 1972 fue ordenado sacerdote.
Se trasladó a Paraguay en 1989. Desde entonces se estableció en Asunción y comenzó a trabajar con comunidades vulnerables.
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Fundó la Fundación San Rafael en 2004, mediante la cual llevó asistencia a personas de extrema pobreza, enfermos terminales y personas con discapacidad, incluidos los abuelos.
De esta manera les ofreció servicio médico, apoyo espiritual, alimentación y refugio a cientos de personas cada día.
En la mañana de este viernes, se confirmó su fallecimiento, a los 77 años, luego de luchar por varios años contra el cáncer.
Su trabajo humanitario –dirigido especialmente a personas enfermas y pobres, además de la tercera edad– fue acompañado a lo largo de todo estos años por colaboradores y gente que lo apreciaba.
El velorio del padre Trento se hará en la parroquia San Rafael desde las 15:00, según comunicó el padre Patricio Hacin, quien fue vocero del estado de salud del sacerdote italiano, a través de su estado de WhatsApp.