Hace siete años, Andrea se vio obligada por las circunstancias de la vida a elaborar por su cuenta estos alimentos, para que su pequeña hija Daniela los pudiera consumir. La pequeña, hoy en día con 9 años, había sido diagnosticada en esa época con una alergia a la proteína de la leche de vaca y al huevo.
Este diagnóstico empujó a la nutricionista a crear recetas caseras para que consumiera su hija, por seguridad y ante la desconfianza que sentía de la información de las etiquetas de los productos. “Como formaba parte de un grupo de madres con hijos que estaban en la misma condición que Daniela, vi que todas tenían la misma necesidad que yo y fue así que comencé a comercializar mis productos. Recuerdo que el primer producto que vendí fue una pastafrola. Luego nos fueron conociendo profesionales de la salud, como pediatras, nutriólogos, gastroenterólogos, nutricionistas, que fueron recomendando nuestros productos”, cuenta la emprendedora.
Llegó a elaborar cerca de 60 recetas de alimentos aptos para las personas intolerantes a productos como la leche, huevo y soja. Hoy en día cuenta con más de 40 productos desarrollados, como panificados, galletitas, tortas decoradas, tartas dulces, chipa y mbeju, medialunas y “el mejor roll de canela vegano del condado”, como ella misma asegura.
“La mayoría de nuestros clientes son madres lactantes que tienen alguna restricción alimenticia debido a la alergia que pueda presentar su bebé, ya que estas proteínas pasan por la leche materna y le llaman ‘la dieta del amor’. Nuestros productos también son aptos para niños, adolescentes y adultos con alergia o intolerancia alimenticia. Nunca pensé que estaría en esto, todo fue por Daniela”, resume Andrea. Su marca se denominaba Nutriela, una fusión sintetizada de Nutricionista y Daniela, pero actualmente sus productos llevan la etiqueta de “Andy Yaluk: Cocina sana y creativa”.
A pulmón. Andrea inició su emprendimiento a puro pulmón, con los insumos y utensilios que tenía a mano y otras cosas le regalaron miembros de su familia, como su abuela Nidia, que le obsequió un palo de amasar, una especie de amuleto, que le ayudó a preparar sus recetas y lo conserva hasta hoy. Mientras que su hermana, Analy, la ayudó a comprarse su primer horno.
“Fui creciendo de a poco, comprando e invirtiendo con el ingreso de mis ventas en los equipamientos que necesitaba, sin ningún tipo de ayuda económica externa”, cuenta.
Ahora, conduce su negocio, con ayuda de su marido y hace entrega por delivery, aunque apunta a seguir creciendo y contratar a colaboradores. “Tenía tantas ganas de crecer, que al poco tiempo de iniciar ya tenía un logo y etiqueta; era muy importante para mí que mis productos lucieran presentables”, expresa.
Mejorar era su obsesión, al punto de que no dormía pensando en qué productos nuevos lanzar. Aunque nunca tuvo financiamiento externo para emprender, ahora Andrea se está involucrando más en el sector, en busca de oportunidades para crecer. Así salió seleccionada como una de las 100 ganadoras de la 4ta Convocatoria de Capital Semilla, junto al programa Reemujer Py., del Equipo Técnico de Taiwán y el Ministerio de Industria y Comercio (MIC).
Andrea también sigue en campaña para concienciar sobre la alergia alimenticia, de forma a desarrollar empatía en la sociedad, para que se incluya en todos los estamentos menús aptos para las personas con intolerancia hacia algunos productos.