EFE
La investigación, con experimentos en ratones y publicada en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, ha sido dirigida por la profesora Esther Julián, del Departamento de Genética y Microbiología de la Universidad Autónoma de Barcelona (noreste de España).
Ya el año pasado Julián anunció el descubrimiento de que las células de Mycobacterium brumae ofrecen una alternativa que mejora los tratamientos actuales para el cáncer de vejiga, como el BCG (inmunoterapia basada en el Mycobacterium bovis), que puede causar infecciones.
Desde entonces, Julián y su equipo han buscado la manera de mejorar la actividad inmunoterapéutica de M. brumae mediante el diseño de emulsiones que puedan incrementar la homogeneidad y la estabilidad de las soluciones de la micobacteria y, por tanto, su eficacia cuando se introducen en el cuerpo.
Los investigadores han encontrado la manera de reducir los grumos que se producen de manera natural cuando las células de micobacterias, con un alto contenido de lípidos en sus paredes, se introducen dentro de las soluciones acuosas que se utilizan generalmente para la instilación intravesicular -la aplicación directa del medicamento mediante gotero- en los pacientes de cáncer de vejiga.
Esta formación de grumos puede interferir en la interacción entre las células micobacterianas y las células del organismo, y disminuir los efectos antitumorales.
Según explicó Julián, de entre todas las posibilidades analizadas, una emulsión basada en aceite de oliva ha sido la solución que ha inducido una respuesta inmune mejor tanto en los experimentos in vitro como in vivo, con ratones modelo de la enfermedad.
El aceite de oliva preserva la viabilidad de la micobacteria, evita la formación de grumos y proporciona así unas condiciones favorables para que llegue a la vejiga.
Según Esther Julián, “estos resultados subrayan el potencial de la emulsión basada en aceite de oliva como un vehículo muy prometedor para la administración del tratamiento de cáncer de vejiga con micobacterias”.
El trabajo lo han llevado a cabo investigadores del Departamento de Genética y Microbiología de la Facultad de Biociencias, del Departamento de Medicina y Cirugía Animal en la Facultad de Veterinaria, y del Servicio de Microbiología de la UAB, junto con el grupo de Infecciones Bacterianas y Terapias antimicrobianas del Instituto de Bioingeniería de Cataluña.