El estudio, que analiza 24 lugares que tienen una concentración significativa de puntos críticos de deforestación, remarca que, además de en la Amazonia, África Central, Nekong e Indonesia, lugares en los que este impacto ya es conocido, hay nuevos frentes de pérdida de vegetación que se abren en África Occidental y Oriental y en América Latina.
En concreto en Liberia, Costa de Marfil, Ghana y Madagascar Guyana, Venezuela, México y Guatemala.
Así, el informe vincula la destrucción de bosques al despeje del suelo para crear espacio para la ganadería y la agricultura a gran escala (principalmente la soja en América Latina y las plantaciones para pasta de papel y cultivos de palma en Asia), a las que también se suma la extracción de madera y el desarrollo constante de caminos asociados con la expansión de la minería.
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Como ejemplo, la organización apunta que, a pesar de que alberga el 5% de la biodiversidad mundial, el Cerrado brasileño sufrió una transformación frenética para producir ganado y soja.
Esto supuso la pérdida de un tercio de su superficie de bosques (32,8%) entre 2004 y 2017, un problema por el que WWF señala, entre otros, a China y la Unión Europea, los dos mercados más grandes de importación de soja brasileña.
Asimismo, la oenegé indica que la creciente demanda europea de productos como la soja, carne de ganado, el cacao y el aceite de palma está echando “leña al fuego”, por lo que exige a la Unión Europea que deje de ser “parte del problema”.
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WWF reclama una mayor implicación de las instituciones europeas, a las que pide a través de la campaña “No te comas el bosque”, una nueva y ambiciosa ley para retirar del mercado europeo los productos importados que hayan implicado un proceso de deforestación o destrucción de la naturaleza y cuya obtención contemple métodos que no respeten los Derechos Humanos.
De esta manera, WWF refuerza la idea de que la solución viene de la mano de políticas integrales específicas para cada contexto local, regional y nacional y advierte de que no hay que dejar todo el peso de la reforestación en los consumidores, dado que no cuentan con las herramientas suficientes para saber si sus compras contribuyen a la destrucción de los bosques.
Deforestación y Covid-19
Aunque no es un punto de análisis dentro del estudio, el informe recoge que la crisis sanitaria en la que está sumida el planeta debe ser un punto de partida para “abrir la puerta al tipo de cambios transformacionales que se identificaron como necesarios”.
“La propagación y surgimiento de enfermedades zoonóticas como el Covid-19 es otra consecuencia trágica y un indicador de la presión acelerada que estamos ejerciendo sobre los sistemas naturales y la pérdida precipitada de la naturaleza impulsada por nuestros actuales modelos de desarrollo no sostenible”, señaló el director general de WWF Internacional, Marco Lambertini.