02 dic. 2024

En balsa o a pie, niños cruzan el río para ir a escuelas de Clorinda

La entrega de uniformes, útiles y comida de manera gratuita es la principal motivación para atravesar la frontera para acceder a la educación.

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Estudiar sin frontera. Madre e hijo caminan a paso rápido para cruzar el puente que une Clorinda con Nanawa. |Foto: Rodrigo Villamayor.

Por Irma Oviedo

De fondo flamea una desgastada bandera con las franjas roja, blanca y azul. Bajo un sol abrasador caminan a paso rápido María y Emilio (nombres ficticios) para cruzar la pasarela peatonal que une Nanawa, Paraguay, con Clorinda, Argentina. Agarrados de la mano, madre e hijo atraviesan diariamente sobre el río Pilcomayo para que el niño de 8 años pueda recibir educación en el lado argentino. Una postal que sigue vigente en la frontera con Argentina.

Los estudiantes transfronterizos siguen cruzando el río Paraguay en balsa o canoa desde Itá Enramada, Paraguay, hasta el puerto Pilcomayo, Argentina, en busca de una educación en Clorinda. O entran al vecino país cruzando a pie a través de la pasarela internacional de la Amistad desde Nanawa hasta Clorinda.

Emilio acude a la Escuela Provincial de Educación Primaria Nº 21 República del Paraguay, la preferida de los paraguayos, que queda a tan solo cuatro cuadras al cruzar el puente peatonal. “Se va a la Escuela 21. Él es argentino. Anteriormente vivíamos allá, pero después pasé acá a vivir (Nanawa)”, relató brevemente y muy tímida su madre, ante la presencia de la prensa en una zona fronteriza. Pese a ser argentina, tras su separación se radicó en Nanawa y como la distancia es corta entre ambas ciudades, solo resta caminar al vecino país para seguir recibiendo los beneficios.

La otra institución educativa a la cual acuden más los niños que cruzan la frontera es la Escuela Nº 8 Justo José de Urquiza, según los datos proporcionados por los comerciantes del lugar. Esta es una realidad que persiste en la zona, en la que predomina la elección de una institución argentina, por encima de la paraguaya, ante los múltiples beneficios en cuanto a la alimentación, vestimenta y útiles escolares gratuitos.

“Mis hijos terminaron el colegio del otro lado. Con su cédula paraguaya, yo les inscribía sin ningún problema”, relató otro vendedor entre el ajetreo en la zona. Migrar por educación es la práctica constante. El puente peatonal, la barrera o los pequeños pasos, como los puentes de tabla, también son las vías por las cuales ingresan a Clorinda.

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Los paraguayos son recibidos con los brazos abiertos en las escuelas de Clorinda. |Foto: Raúl Cañete.

EL VIAJE DE CADA DÍA. Los estudiantes de Nanawa se ponen en marcha con los primeros rayos de sol. Vestidos con guardapolvo blanco y con la mochila al hombro, emprenden el viaje diario cruzando primero la tierra árida chaqueña. Al avanzar los recibe un asfalto hacia la entrada de la zona comercial.

Se abren paso entre vendedores de productos comestibles, ropa, electrodomésticos, sortean los pasillos estrechos, los vericuetos y una inmensidad de gente, hasta llegar a los escalones del paso peatonal que une con Clorinda: su parada final.

El calor acecha. La temperatura llega a los 35 grados centígrados, mientras de fondo suena la música tropical entre el ir y venir de niños con guardapolvo blanco, azul marino y de color marrón que contentos retornan a sus hogares tras casi un día de permanencia en la escuela, estudian casi ocho horas diarias.

Este ritmo forma parte de un paisaje cotidiano en la zona, donde a los pobladores no les parece nada novedoso la opción de ir a estudiar a Clorinda, una ciudad con más beneficios y desarrollo, en comparación al pueblito de Nanawa, que presenta un estado de abandono y de estancamiento en el tiempo.

Bicicleta o moto, son los transportes preferidos por alumnos y padres para trasladarse hasta sus hogares, tras cruzar el puente peatonal. La distancia que deben recorrer varía entre 4 y 8 kilómetros. Los niños y adolescentes cruzan la frontera motivados por una mejor oferta educativa, teniendo en cuenta que en Nanawa es escaso el beneficio que reciben, según alegan los pobladores.

Viven en Paraguay, pero son argentinos. Son hijos de paraguayos, pero nacieron en Argentina; es decir, la mujer gestante migró para parir en un hospital en Clorinda, por la cercanía y ante la ausencia de salud pública de calidad. En cambio, en otros casos, son paraguayos que son aceptados en las instituciones de Argentina sin ningún inconveniente.

LA VIDA EN FRONTERA. Cruzar el paso peatonal fronterizo entre Nanawa y Clorinda es como atravesar una cuadra en un barrio. Los estudiantes pasan sin hacer ningún tipo de trámites migratorios, solo cruzan bajo la atenta mirada de los gendarmes.

“Si sos muy extraño, ellos te llaman, pero si sos conocido pasás nomás. Ellos les conocen a todos. Los gendarmes les conocen a los padres. No te crean problemas ni nada. Es un pueblo chico”, relató una vendedora ante la insistente consulta de cómo son los trámites migratorios.

Más allá de los beneficios, la opción por cruzar la frontera se debe a que la zona se inunda con frecuencia, y lo mejor es migrar para encontrar refugio del lado argentino. Incluso los paraguayos se mudaron a Clorinda, donde tienen una casa, pero vuelven a Nanawa todos los días para atender sus puestos comerciales.

Una paraguaya que vive en Clorinda con la mirada fija al horizonte sentenció: “Mi marido siempre me dijo que tengo que mirar hacia allá (Clorinda) porque allá hay futuro”.

Disminuyó cifra de alumnos que viajan desde Itá Enramada

Suena el despertador a las 4.00. Alexis (12), que vive en la villa de Itá Enramada madruga todos los días junto a su hermano (6) y su madre para iniciar el viaje en balsa o canoa hasta Clorinda, Argentina, antes que salgan los primeros rayos del sol. Desde los cinco años viaja todos los días para acceder a la educación en la frontera. El costo de la balsa o canoa ronda G. 5.000 a G. 10.000 por cada viaje.

Los hermanos paraguayos con la mochila al hombro inician su jornada diaria cruzando el caudaloso río Paraguay, desde el Puerto Itá Enramada, Paraguay, rumbo al Puerto Pilcomayo, Argentina. Acompañados de su madre viajan diariamente para pasar el día en la Escuela de Frontera Nº 11 de la Prefectura Naval Argentina, en Clorinda, mientras su madre trabaja en la misma ciudad. Debido a la diferencia horaria, Argentina, tiene adelantado una hora, el operativo del viaje inicia a las 4.00.

La familia cumple toda una jornada en el vecino país y solo retorna en la tarde, para descansar en su hogar, ubicado en la villa en Itá Enramada. Alexis ya cursa el 5º grado y no siente ningún tipo de discriminación por parte de sus compañeros.

ESCASOS ALUMNOS. Igual que Alexis, otros tres niños paraguayos acuden a la institución. Al pisar tierra argentina, no requieren hacer control migratorio, solo desvían por una caminito que lleva directo a la escuela que se encuentra a un kilómetro del Puerto Pilcomayo.

Tras las constantes inundaciones, que obligaban a trasladar las clases a zona alta, y con el paso de los años, de 30 estudiantes paraguayos la cifra disminuyó a tres en la institución, comentó la directora Graciela Soler. “Años atrás eran más, eran un montón. Fue disminuyendo, la verdad creería en todo este tiempo con las inundaciones”.

En cambio, tras conversar con los pobladores de la villa de Itá Enramada, aseguran que ya no viajan más debido a que muchos de ellos ya terminaron el colegio en el vecino país. En otros casos, ya optan por mandar a sus hijos en la escuela pública de la zona para evitar el desgastante viaje diario en canoa o balsa.

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Alexis (de campera azul) juega a la balita junto a sus compañeros argentinos

Algunos que cruzan son niños paraguayos, en otro caso son argentinos, cuyas familias abandonaron Clorinda para asentarse en Paraguay tras las constantes inundaciones. Los encargados del Puerto Itá Enramada también coincidieron que con el paso de los años disminuyó la cantidad de niños y adolescentes que cruzan en la balsa para ir a estudiar a Clorinda. Serían alrededor de 500 los que cruzan para estudiar, estimó.

Según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), nuestros compatriotas forman la comunidad extranjera más numerosa en Argentina. El órgano calcula en 679.044 paraguayos que viven en el territorio vecino.