Esto durante la misa dominical en la Basílica santuario de Caacupé. ‘‘La experiencia nos dice que el odio y la división y la venganza, lo único que logran es matar el alma de nuestros pueblos. Y esto vemos que cada vez se va creciendo más. Amenazas, robos todos los días, asalto violento. ¿Qué dolor nos produce eso? Y todo esto lo que hace es envenenar nuestra esperanza’’.
Refirió que esta realidad destruye la esperanza de nuestros hijos y lleva consigo todo lo que amamos, principalmente cuando se produce eso, homicidios, feminicidios, se lleva algo irreparable, siendo un dolor que durará años y quizás toda la vida’’, por lo que invita a los fieles a mirar y contemplar el corazón del Padre como lo dice Jesús. ‘‘Solo desde ahí podremos redescubrirnos cada día como hermanos. Y seremos capaces de alcanzar una mirada que no pretenda terminar ni claudicar nuestras diferencias buscando quizás una unidad forzada. No funciona ese sistema por orden, no anda’’.
En cuanto a la caridad, lamentó que muchas personas solo compartan lo que les sobra, sin un verdadero desprendimiento. Destacó que la caridad debe estar impregnada de amor y entrega, permitiendo que el egoísmo ceda lugar a una generosidad auténtica.