El sistema eléctrico en colapso, escaleras con grietas que no se refaccionan en décadas y aulas destechadas en riesgo de derrumbe: Estos son algunos de los dramas de infraestructura escolar que sufren instituciones educativas públicas de la capital.
Expertos, docentes y estudiantes lamentan que no se aprovecharon los casi dos años de pandemia del Covid-19 hasta la fecha para emprender un plan nacional para cubrir estos déficits en los locales escolares.
Los alumnos y alumnas pagan los platos rotos porque no pueden asistir a las clases presenciales. Se amplía la brecha de desigualdad en el sector educativo.
Con una sentata frente al colegio Santa Teresita del Niño Jesús el jueves pasado, los estudiantes reavivaron el debate sobre el estado edilicio de los establecimientos.
En el local una docena de aulas en un pabellón están clausuradas debido a rajaduras en paredes y en la base del techo, que además se encuentra destejado en partes.
El docente e investigador Rudi Elías, cuestiona que no se cuenten con datos públicos oficiales abiertos sobre el estado edilicio de los locales escolares.
“Lo que nos preguntamos es lo que pasó en estos tiempos de pandemia, pensamos que iba a darse una fuerte inversión de infraestructura pública; fue una oportunidad única con el cierre de las instituciones. Por un lado también para hacer un buen diagnóstico de todos los centros educativos”, expresa el especialista.
“Nosotros queremos que nuestras aulas se reparen para comenzar el año 2022 con clases presenciales. Vemos que los compañeros de otros colegios ya volvieron hace rato y nosotros no podemos porque se nos puede venir todo abajo”, lamenta Matías Martínez, presidente del centro de estudiantes del Santa Teresita.
Sin análisis. Un estudio a profundidad de las necesidades edilicias y del presupuesto necesario es lo que hace falta para evitar que cada año pasemos por lo mismo cuando se inicia un curso lectivo, asegura la investigadora y docente del nivel medio, Majo Quevedo.
Coincide en que el discurso del Gobierno era que se iban a poner las escuelas en condiciones, pero que eso no ocurrió. “Lo que pasa cada año es que se elabora un presupuesto educativo mirando lo del año anterior, cambiando algunos números para adelante, pero sin planificación”, cuenta. La educadora lanza próximamente el libro Desigualdad y Caos, un Análisis de la situación del Financiamiento del Derecho a la Educación en el Paraguay, junto con la economista Sarah Zevaco.
Explica que con la investigación notaron la falta de voluntad política para evaluar a fondo las necesidades básicas para generar condiciones educativas, entre ellas la infraestructura.
“Lo que termina ocurriendo es que los estudiantes cubren estos huecos y el Estado no se hace cargo de su rol”, apunta. Remarca que gracias a los jóvenes se sabe hoy cómo está el estado de los colegios en todo el país.
Al repetir discursos sobre cuestiones básicas como que las aulas estén en condiciones, no se discute sobre modelos pedagógicos y los cambios necesarios para lograr una calidad educativa. “En la pandemia también observamos que las desigualdades no solo continúan sino que se incrementan, cuando algunos van a clases presenciales y otros no, porque las aulas se caen”, afirma. En Asunción el 48% de las escuelas requieren de refacciones o construcciones de salas de clase. El 52% necesita muebles y el 56%, baños (Observatorio Educativo).
Pese a los problemas en reparaciones y construcciones, el MEC prevé un recorte del 52% en su presupuesto de infraestructura para el año que viene, con lo que tendrá G. 103.000 millones menos.
48% de las instituciones educativas de la capital requieren de refacciones o construcciones de nuevas salas.
Discutimos sobre derechos básicos como aulas en buen estado y no sobre modelos pedagógicos necesarios. Majo Quevedo, docente del nivel medio.
Nos preguntamos qué es lo que pasó en la pandemia, pensamos que iba a darse una fuerte inversión en infraestructura. Rudi Elías, investigador educativo.