04 may. 2025

En cuarentena, y con el enemigo en casa

Brigitte Colmán - @lakolman

Una red social trajo el fin de semana un debate sobre la violencia hacia las mujeres, y sobre lo difícil que resulta escapar del círculo.

Todo comenzó con un video que se hizo viral, un video protagonizado por un cantante canadiense, bastante famoso, y su esposa que es actriz y famosa también. Por lo que entendí, acostumbran a hacer streaming desde su casa. La cuestión es que, se veía en el video, cuando el sujeto en cuestión le pega un codazo a la esposa, quien no tan sorprendida reacciona como puede. Eso es lo que dejaba entrever la situación que provocó el posterior debate.

Esta red social en particular está llena de expertos, opinólogos, Phds en todo lo que se les pueda ocurrir; tirá un tema y en dos segundos tenés 300 especialistas, prestos para iluminarte con su sabiduría.

Por supuesto, aquel petit debate también se convirtió en una especie de Olimpia-Cerro, pero a otro nivel: había opiniones de gente razonable y también opinaron los hombres de las cavernas, de esos que les gusta llamar femininazi a las chicas que luchan por sus derechos, por ejemplo.

Para que quede claro, la violencia hacia cualquier ser humano es injustificable. La violencia que sufren las mujeres y sus consecuencias como son los feminicidios, a estas alturas ya no son debatibles. Los hechos son numerosos, evidentes y alevosos como para andar divagando si le pegó o nó, si es un violento o nó. Y no puedo, ni me quiero imaginar lo que deben estar sufriendo las mujeres y niños atrapados en relaciones violentas, en medio de esta pandemia, aislados con sus enemigos. Porque ustedes saben verdad? Que a las mujeres las violan, las golpean hasta matarlas; pero también a los niños los golpean y los violan, saben verdad?

Por todo eso es que hay pensar bien antes de andar dando consejitos tipo, por qué no le deja? Qué le cuesta irse de la casa del golpeador? Ella luego quiere que le mantenga... algo habrá hecho... Es el círculo de la violencia y ahí nada es tan simple.

Los paraguayos deberíamos entender mejor esa situación, total que somos expertos en este tipo de relaciones tóxicas.

En el Paraguay, el gobierno de Mario Abdo declaró la cuarentena, adelantándose a otros países de la región, y con sus determinaciones se ganó respeto y credibilidad. Desde hace un mes nadie le llama #DesastreKoMarito y eso ya es algo para un presidente cuyo futuro (así como el nuestro) era incierto. Un protagonista inesperado, el ministro de Salud, nos da confianza para no caer en la desesperación y así seguimos soportando la cuarentena, esperando sus tuits nocturnos.

Pero, a pesar del casi forzado optimismo que nos da la conducción de la crisis, la pandemia ha dejado al desnudo al sistema, y ahora se le ven las hilachas por todas partes: Paraguay apenas dispone de una cama de terapia intensiva por cada 9.000 habitantes.

Y mientras Mazzoleni y Sequera hacen lo que pueden contra las carencias que nos dejaron los 70 años de gobiernos colorados, y la falta de políticas públicas en salud, los sospechosos de siempre ya se juntaron para planificar la Reforma del Estado, y administrar la plata para la emergencia, que obtendremos con una deuda gigante que pagaremos los ciudadanos.

Lo peor, después del hecho de que apenas tenemos respiradores, es que algunos de los que fueron convocados para organizar la reforma del Estado no deberían presentar sus curriculums sino sus prontuarios. Y con estos impresentables estamos atrapados en esta cuarentena.

A estos expertos en “administrar” lo público votamos y votamos cada cinco años, en un interminable bucle de masoquismo, producto de que tampoco tenemos Educación, y porque se aseguraron de convencernos de que, calladitos nos vemos más bonitos.

Compartimos esta cuarentena con nuestros enemigos. Las ovejitas se encerraron en la casa con el lobo, y además le regalaron la llave.