El 2 de julio de 1908, el mayor Albino Jara lideró un sangriento golpe militar que derrocó al presidente Benigno Ferreira y lo sustituyó por Emiliano González Navero. Fueron dos días de combate en las calles de Asunción, con un saldo de 60 muertos y 150 heridos. El periodista y escritor español Rafael Barrett escribió un artículo titulado Después de la matanza que ningún periódico de la época quiso publicar. Entonces lo imprimió en la hoja anarquista Germinal que dirigía con su amigo, el argentino José Guillermo Bertotto y ambos lo repartieron en las calles.
En represalia, Albino Jara mandó apresar a Barrett y a Bertotto. Apuntando con un arma al argentino le hizo tragar la hoja con el artículo tras mojarlo en salmuera. Cuando intentó hacer lo mismo con Barrett, este le reprochó: “De un militar paraguayo esperaba cualquier cosa, menos que sea un cobarde”. Jara desistió de su intento, pero ordenó que Barrett sea expulsado del país.
Es probablemente uno de los primeros episodios conocidos de defensa de la dignidad profesional y de la libertad de expresión en la historia del periodismo paraguayo. Desde entonces hubo varios otros casos.
En 1999, cuando el director del diario ABC Color, Aldo Zuccolillo, asumió una clara postura de apoyo al plan político autoritario del general Lino Oviedo y ordenó que se escriban notas para favorecerlo en su periódico, numerosos periodistas de la Redacción de ABC escribieron una carta a la opinión pública en donde dejaron expresa constancia de que no estaban de acuerdo con la manipulación informativa ni con la línea editorial. Zuccolillo tuvo la grandeza de publicar la carta en un espacio destacado en el diario y de no adoptar ninguna represalia contra quienes la firmaron.
Esta semana, los periodistas de la Redacción de Última Hora también dimos a conocer un pronunciamiento público, en donde expresamos nuestro desacuerdo con algunas intervenciones de instancias de gerencia en los contenidos del diario, con resultados que no responden al debido tratamiento riguroso y ecuánime de la información. Lo hemos hecho no por enemistad con personas o con corrientes de pensamiento, sino en defensa del periodismo. Lo hemos hecho no en contra, sino a favor de la empresa. Lo hemos hecho a favor de la trayectoria ética y profesional de un medio con 46 años de vida periodística que enfrentó a la dictadura y que hoy encara los desafíos de las transformaciones en la era digital.
Los periodistas, al igual que los empresarios de los medios, vivimos tiempos de crisis y de evolución. El periodismo sufre los embates de las modificaciones en los modelos de negocios, ante una opinión pública cada vez más empoderada en las redes sociales de internet, que ya no se casa con una voz única o monopólica, sino que exige variedad de voces, pluralidad de opiniones.
De manera contradictoria, mientras una mayoría de lectores e internautas parece preferir los contenidos superficiales, la sociedad requiere de un periodismo riguroso, ético, creíble, que aporte buena información contrastada y análisis en profundidad, que lleve a cabo las investigaciones sobre los abusos de los gobernantes y los hechos de corrupción. Un periodismo que sea “el perro guardián de la democracia”. Un periodismo que sea vigilante del poder, pero que a la vez sea también vigilado por la misma sociedad.
En lo personal, con más de 40 años de vinculación profesional con el diario Última Hora, debo admitir que nunca me bajaron línea ni me tocaron una coma en algún artículo escrito con mi firma y bajo mi absoluta responsabilidad. Probablemente la publicación de este mismo artículo es una buena prueba de ello. Es ese espíritu el que deseamos preservar, el que está impregnado en el Código de Ética Periodística que elaboramos juntos en el 2010.
Confiamos en que esta sea una etapa de diálogo, de revisión crítica y de mejoramiento de lo mucho que este gran diario aún tiene por aportar al Paraguay.