20 ene. 2025

En el abrasador verano paraguayo

Las temperaturas que dan una pizca del averno empezaron a sentirse con más fuerza desde la semana pasada en Paraguay, con los consecuentes cortes en el suministro de la energía eléctrica. Es una de las torturas de este país. Si bien la inversión en infraestructura eléctrica aumentó considerablemente en el último lustro, superando incluso los 300 millones de dólares al año, según los datos de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), estas cifras están todavía por la mitad de lo que debería destinarse como prioridad en la próxima década.

La falta de electricidad en las casas y empresas paraguayas va a seguir sintiéndose, aunque no haya tormentas, ni viento, sino calor, mucho calor. Este ardor, con combustión incluida, y una humareda que se trasladó hasta los conductores de alta tensión, con partículas de humo que se ionizaron, inhibiendo la capacidad dieléctrica del aire, ya generó incluso un corte ejemplar el pasado miércoles 8 de enero. Entonces, fue un evento sustancial, porque “la línea de transmisión de 500 kV Ayolas-Villa Hayes quedó fuera de servicio a las 17:01, afectando a las subestaciones Lambaré, Guarambaré, Puerto Sajonia, San Antonio, Villa Elisa, Buey Rodeo, Centro y General Díaz, de la Región Metropolitana”. Hay que decir que casi el 60% de la demanda en el país está en Asunción y área metropolitana, así que imaginen los efectos de “este evento puede volver a ocurrir en cualquier momento”, según admitieron desde la ANDE.

Ha de ser cierto, los cortes disminuyeron, de lo contrario hubieran rodado cabezas, acaso literalmente. Y es verdad, en nuestro país aún abunda la energía eléctrica, con la Itaipú Binacional que tiene el récord Guinness por la mayor producción acumulada de energía hidroeléctrica, “luego de haber superado los 3.038 millones de megavatios hora (MWh) de energía generada desde el inicio de su operación en mayo de 1984”. Y también está la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), y además la Central Hidroeléctrica Acaray. Como se dice, hembypa la electricidad de fuentes renovables, pero otra es la realidad cuando se necesita un suministro constante, firme, en el consuetudinario calor paraguayo.

Sin embargo, de acuerdo con los datos que se verán próximamente en el documental Paraguay y la Transición Energética, el 78% de la oferta bruta de energía en tierra guaraní es renovable, “con un 44% de hidroenergía y un 34% de biomasa”, mientras que “el 22% restante está compuesto por derivados de petróleo importados”. El consumo final de energía (2023) refleja que “la principal fuente energética demandada en Paraguay son los hidrocarburos (40,3%), seguida por la biomasa (37,5%) y, en tercer lugar, la electricidad (22,2%)”. Es decir, producimos 100% de energía eléctrica limpia y renovable, pero no la estamos utilizando completamente, a pesar de su bajo costo, y sus cualidades tan atractivas en un mundo como el de hoy.

El tiempo de la abundancia eléctrica tiende inevitablemente a desaparecer, hay sobrados ejemplos, así que se tiene que actuar rápido para evitar una catástrofe de proporciones incalculables. La ANDE está apostando de a poco por la generación distribuida, y las instituciones públicas están poniendo en práctica proyectos pilotos de generación solar, pero estos paradigmas todavía no llegan a las casas. También hay apuestas desde la Itaipú, aprovechando ese sol abrasador, y con “la posibilidad de generar 5 gigavatios en el embalse mediante la instalación de paneles solares”. Mientras, está en proceso un plan de 1.000 kilovatios.

Son tres áreas fundamentales las que tienen en cuenta los técnicos: Generación, transmisión y distribución. Es decir, hay ko algo de luz, aunque no la tengamos muchas veces. Los desafíos están a la vista, y se suma la falta de agua, con la empresa de servicios sanitarios pidiendo uso racional del vital líquido, que muy bien, pero por favor reparen los caños rotos. Por ahora, obligados a tolerar un pasaje diferencial en un autobús convencional. Mba’e jajapóta, jaha hese. Feliz semana.

Más contenido de esta sección