Alcides Manena
ALTO PARAGUAY
El drama común que comparten las comunidades asentadas lejos del río Paraguay en la Región Occidental fue, es y probablemente seguirá siendo la falta de agua potable.
Es que no se avizora en el horizonte cercano una solución definitiva a esta problemática que se arrastra desde hace décadas.
Es así que los pobladores del Chaco –tanto indígenas como no indígenas– se han habituado a tomar agua de los tajamares para no morir de sed. Pero, con la aguda sequía, se complica la situación ya que el agua que sale de estos estanques adquiere un “color chocolate”. Y esto es producto de la falta de lluvia que les obliga a ingerir el líquido sedimentado del suelo.

El agua más “limpia” que toman es el que –en ocasiones– descargan de los camiones cisterna. Estos transportan el líquido del río –en la zona de Fuerte Olimpo– y si bien es más transparente, presenta un tono amarillento y no deja de ser insalubre.
Los tajamares no son otra cosa que grandes piletas de tierra cavados para que acumular agua de la lluvia, en las comunidades lejanas del territorio chaqueño. Todos los pobladores lo utilizan como sistema de agua para consumo humano y otros usos domésticos, en las estancias ganaderas sirven para el consumo animal preferentemente.
Estos reservorios, por ende, no almacenan agua potable. Y, en época de sequía, es cuando más cruda y turbia se vuelve el líquido vital. Para las personas, especialmente niños y ancianos, esto representa un riesgo para la salud. Pero ante la falta de agua y la ausencia de políticas de Estado, no queda otra opción que hidratarse con lo que sea para sobrevivir, a riesgo de contraer alguna enfermedad
Entre los pobladores latinos, las comunidades más golpeadas por la sequía son Toro Pampa, María Auxiliadora, San Carlos; ubicadas Fuerte Olimpo, a unos 65 a 100 kilómetros del río.
Desde hace décadas viven abasteciéndose del tajamar que, mediante una máquina de bombeo, llega agua corriente para cada familia. Pero, justamente, cuando no llueve se complica todo ya que los reservorios no tienen suficiente líquido y reparte agua sedimentada.
Para paliar la situación el Municipio, la Gobernación y el MOPC (Ministerio de Obras Publicas y Comunicaciones) envían agua potable en camiones cisternas que muchas veces son insuficientes para la demanda de los vecinos.
Sergio Castillo, actual concejal de Toro Pampa, suscribió que los habitantes sueñan con tener un acueducto que realmente funcione, ya que fue la promesa de anteriores autoridades de gobierno. “Este sería la solución definitiva al problema de agua que cada año soportamos”, enfatizó.
En Puerto Casado, donde está la imponente y fallida planta del acueducto para el Chaco Central, las comunidades indígenas Maskoy beben agua turbia de tajamar y dependen de la lluvia para reabastecer sus reservorios.
El profesor y líder tradicional, Mauricio Cabrera, relató que en otra época se surtían de una laguna natural para beber agua. Pero, luego se fue secándose y entonces con ayuda de la Iglesia Católica construyeron tajamar para abastecerse en sus respectivas comunidades. No obstante, lo que allí se junta tampoco alcanza para las otras comunidades nativas, entre ellas, Machete Vaina, Castilla, Banco´i, San Isidro y María Auxiliadora.
Recientemente, tuvieron que pedir auxilio para el envío de agua desde Casado en camión cisterna del MOPC, ya que se volvía insostenible tener que consumir líquido insalubre.