En un claro de la reserva natural de Yehudiya, enormes piedras recubiertas de sombrías losas de basalto forman un pequeña cámara funeraria, rodeada de hierbas agostadas por el sol.
Este edificio megalítico es uno de los miles de dólmenes diseminados en el norte de Israel y en el Golán -anexionado por el Estado hebreo en 1981- que fueron erigidos hace unos 4.000 a 4.500 años, en la era intermedia del bronce.
La identidad y las creencias de quienes construyeron estos monumentos funerarios son desconocidas, pero estos descubrimientos de arte rupestre pueden contribuir a enseñarnos algo más sobre ellos
“Hace unos dos años, una de las guardas forestales que efectuaba su ronda diaria, miró al interior (del dolmen) y vio algo grabado en la pared” explica Uri Berger, de la Autoridad israelí de antigüedades (IAA).
La guarda tomó contacto con la IAA y “cuando miramos al interior, vimos que no se trataba solamente de líneas o manchas en el muro, sino de arte rupestre” agrega el arqueólogo.
En una de las rocas se distinguen a seis animales con cuernos, de tamaños diferentes: tres orientados el este, y tres al oeste, Dos de ellos -probablemente un macho y una hembra, según Berger- están frente a frente. En otra pared, un animal con un cuerno se halla frente a la manada.
“Extrañas formas”
Estas representaciones zoomorfas, que pasaron desapercibidas desde el inicio del estudio de los dólmenes hace unos 200 años en Medio Oriente, han sido las primeras detectadas en la región y son consideradas como muy importantes por Uri Berger y su colega Gonen Sharon de la facultad de arqueología de Tel Hai, en el norte de Israel.
Hasta ahora no se sabía que la sociedad que vivía en esta región dibujara. Y estos animales parecen haber tenido mucha importancia para sus habitantes, según estos arqueólogos, que publicaron a fines de junio un artículo en la revista científica Asian Archaeology.
Se le debe al profesor Sharon el precedente descubrimiento de arte rupestre en dólmenes, en 2012, cerca del kibutz Shamir en Alta Galilea, en la frontera con el Golán.
Gonen Sharon había ido a dar un paseo con sus hijos. Sentado a la sombra del mayor de los 400 dólmenes diseminados en un amplio campo, levantó los ojos hacia una enorme losa y percibió “extrañas formas” que no parecían tener un origen natural.
Una vez examinadas, revelaron una serie de inscripciones que se asemejaban a tridentes.
“Se trató de la primera forma de arte rupestre descubierta en dólmenes en Medio Oriente” según Sharon.
Este descubrimiento suscitó un nuevo interés por los dólmenes y sus numerosos misterios entre los arqueólogos, algunos de los cuales reanudaron sus investigaciones sobre tres pequeños dólmenes rodeados de piedras, dispuestos en círculos cerca de la localidad de Kiryat Shmona (norte de Israel).
En la piedra angular, relativamente redondeada, del mayor de los tres dólmenes, están grabadas líneas que recrean la imagen de dos ojos cerrados, y de una gesticulante boca mirando al cielo.
"¿Por qué?”
Los dólmenes han “modelado el paisaje” del norte de Israel, explica Uri Berger.
Pero también han sido objeto de robos, que los han despojado de parte de elementos susceptibles de proporcionar indicios sobre sus autores.
Se ha hallado en los dólmenes pequeños trozos de cerámica, puntas de hierro, puñales y algunos huesos, “pero es algo muy inhabitual” precisa Sharon.
Los descubrimientos de arte rupestre “acercan a los investigadores a las civilizaciones que intentan comprender”, estima Berger.
También segregan nuevos interrogantes: "¿Por qué estos animales? ¿Por qué en este dolmen y no en otro? ¿Por qué éste es tan especial?”, se interroga el arqueólogo.
Para Sharon, estos grabados nos sugieren lo que era la cultura en aquella época, como si se tratara de “una carta del pasado”.