“Los residuos plásticos y las implicaciones ambientales en Galápagos, una mirada internacional”, fue el panel en el que participaron Matilde Mordt, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo; la activista Yolanda Kakabadze; Mariana Tufiño, coordinadora del Pacto Global Ecuador; y Elizabeth Flores, del Ministerio del Ambiente.
Evitar comprar botellas plásticas y empezar a sustituir los recipientes y envoltorios de ese material diseñados para un solo uso, podrían ser acciones que se puedan asumir en los hogares para plantar cara a la extrema polución producida por el plástico.
Así lo apuntó el representante residente del Sistema de Naciones Unidas en Ecuador, Arnau Peral, quien emitió las conclusiones del encuentro.
Se necesita, acotó Peral, la voluntad de los líderes políticos, pero también el aporte de la sociedad civil, y puso como ejemplo la iniciativa “Galápagos sin plásticos” que se aplica en el archipiélago ecuatoriano, actualmente amenazada por la llegada de desechos que provienen de lugares remotos, incluso desde Asia.
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Asimismo, “se requiere acción local” desde la comunidad para que se acople a la iniciativa política nacional y a una “acción y voluntad global”, remarcó Peral.
Para alcanzar las metas que permitan encarar el problema, se necesita un proceso de transición en el que se potencien acciones como el reciclaje y otras alternativas para sustituir el uso del plástico, sostuvo el representante de la ONU.
Peral insistió en que el mundo hay cada vez más conciencia sobre este problema, pero remarcó que aún se necesita promover “el sentimiento de urgencia del cambio”, así como de la comprensión de “la gravedad del problema”.
“Se puede recoger el plástico, pero, ¿qué pasa con las micropartículas? Ya es demasiado tarde”, apostilló Peral quien dijo que la humanidad debe apostar por cambiar su forma de pensar y dilucidar la contradicción: “comodidad versus sostenibilidad”.
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Se deben sacrificar los hábitos de consumo dirigidos hacia la comodidad, por costumbres que permitan regenerar los ecosistemas, especialmente de los océanos, que son los más afectados por la contaminación del plástico, remarcó.
De su lado, el canciller ecuatoriano, José Valencia, dijo que el encuentro se buscó el intercambio visiones de expertos sobre la contaminación y la amenaza que representa para sitios emblemáticos como las Galápagos.
Desde los pasados años cincuenta la producción de plástico ha crecido más rápido en proporción a cualquier otro material que usa la industria, añadió el canciller al recordar que “más del 90 por ciento del plástico se fabrica a partir de derivados del petróleo”.
Por ello, Valencia dijo que Ecuador tiene un “doble dilema”, pues es un país que sufre los efectos del plástico, como en las Islas Galápagos, pero a la par “somos productores de petróleo”, uno de los principales productos que sostiene la economía nacional.
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Según la ONU, en el mundo se comercializa un millón de botellas de plástico por minuto, que entran al circuito del mercado y al de la generación de polución, recordó Valencia y remarcó que “solo el 9 por ciento ha sido reciclado”.
Para Valencia, son las dinámicas productivas las que atenazan a la sociedad, por lo que se requieren de nuevas opciones de consumo que tengan un menor impacto ambiental.