La restauración de este sitio no solo recupera una fuente histórica de agua, sino que también reconecta a la comunidad con un legado cultural y ecológico de enorme valor, indicó el restaurador.
El Ykua fue construido por don Demecio Morel (+) hace más de un siglo, mediante una técnica artesanal que consistía en tallar un tramo del duramen de un guajayvi hû –árbol nativo de gran dureza–, perforarlo con taladro manual, y esculpir una abertura de aproximadamente 30 cm con escoplo, para colocarlo directamente sobre la naciente.
Esta estructura natural cumple la función de muro de contención, protegiendo el manantial de la erosión, la colmatación y otras formas de contaminación. Durante generaciones, el Ykua Angu’a fue un recurso vital. Según el testimonio de doña Valeria Acosta, de 85 años, ‘‘el Ykua nunca se secó, ni siquiera en las peores sequías’’. La comunidad entera acudía al lugar para buscar agua en cántaros, bidones o cartarillas e incluso lavaban ropa en sus aguas, extendiéndola luego sobre las ramas de los árboles cercanos.
Con el paso del tiempo y la instalación del servicio de agua corriente, el uso del ykua disminuyó progresivamente hasta quedar en desuso. Esto provocó su colmatación total y una pérdida casi completa de su funcionalidad como manantial. La intervención actual, realizada después de 35 años de abandono implicó una ardua tarea de limpieza. Se retiraron del sitio gran cantidad de residuos sólidos y líquidos en avanzado estado de lixiviación.
A pesar de la antigüedad y las condiciones adversas, la estructura de guajayvi fue hallada en perfecto estado de conservación, testimonio de la sabiduría ancestral con que fue construida. ‘‘El Ykuá Angu’a fue restaurada y recuperada y ahora a esperar que la naturaleza haga su trabajo volviendo a su estado anterior con sus aguas cristalinas’’, comentó Bobadilla.
Destacó que es importante preservar nuestros recursos naturales, explotarlos como puntos turísticos ecológico y lo más importante: Preservar nuestras tradiciones, costumbres y vivencias de nuestro pueblo. ‘‘Cerro Guy tiene tantas historias que contar’’.
PROYECTO AMBIENTAL. Hace casi un año, la corriente natural del agua del arroyo Tupãsy, paso de Quyquyhó, volvió a la vida proveyendo beneficios a una comunidad, luego de cinco años de incansable trabajo impulsado también por el ambientalista Antonio Bobadilla. El proyecto de restauración ambiental abarcó una distancia de 1,9 km, en un área de 17,9 km ha y con un perímetro de 4,3 km.
Además del rescate del Ykua, se realizó el pasado 4 de abril una exploración geológica en el Cerro Mbopikua, el Chorro Guazú y otras zonas de interés científico. Participaron geólogos y estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen) de la Universidad Nacional de Asunción, bajo la coordinación del licenciado Bobadilla y del profesor Néstor Salinas.
El objetivo fue identificar posibles riesgos geológicos, ya que el cerro sufrió dos aludes en los años 1966 y 2004, con severos impactos ambientales aunque sin víctimas. Con los datos recolectados, se elaborará un informe técnico que permitirá tomar medidas preventivas y planificar intervenciones para mitigar futuros riesgos.
Participaron también la geóloga Melina Fernández, los estudiantes María Derene y Daniel Ávalos, el concejal municipal Sergio Bobadilla, el estudiante Manuel Bobadilla y el Cuerpo de Bomberos Voluntarios K88 de Quyquyhó.