“Veo que el amor de ustedes por la Virgen es más fuerte, sin dudas, que la inclemencia del tiempo. Los felicito por su perseverancia, por su constancia”, expresó el cardenal argentino ante un cerrado aplauso de miles de feligreses empapados que colmaron la explanada de la Basílica. “Les traigo el saludo y la bendición del papa Francisco”, ensayó –en idioma guaraní– el enviado del Santo Padre, recibiendo la aprobación de los creyentes.
Contrario a años anteriores, en la misa central del Día de la Virgencita Azul no se abordaron los problemas del país ni hubo críticas o bajada de líneas, como acostumbra ser el sermón de quien preside la eucaristía de la mayor celebración mariana del país.
Villalba empleó un lenguaje de Iglesia, como el de un catequista, para guiar a los peregrinos, especialmente a los jóvenes, hacia el camino de la santidad.
“Los fieles tienen que descubrir a la Iglesia diocesana alrededor del obispo, sucesor de los apóstoles”, parafraseó a Juan Pablo II antes de invitar a todos a colaborar y comprometerse en el “excelente” plan pastoral de la Iglesia local: “Lograr una Iglesia misionera y gozosa, basada en la escucha y en la práctica palabra de Dios; con una espiritualidad cristocéntrica y mariana para que los cristianos vivamos según los valores del reino”.
Afirmó que el Día de la Inmaculada Concepción es, además, el comienzo de una “gran belleza” porque fue concebida sin pecado y es “una llamada” a la santidad.
“La Iglesia nos enseña que lo que fue la Virgen desde el comienzo de su existencia, la llena de gracia, y el día de hoy es para nosotros una llamada a la santidad”, emitió en otra parte de su suave sermón atravesado por un tono instructor religioso.
A todos. Destacó que no hay más que una vocación definitiva que es la de “ser santos”, desde el Papa, el obispo, los sacerdotes y los laicos, cada uno dentro de su propio estado de vida.
“La santidad no es una excepción en la vida cristiana, es un llamado para todos nosotros”, remarcó al señalar que este ideal no implica una vida extraordinaria practicada “de unos gigantes de la santidad”.
“Dios quiere que su pueblo sea santo”, exclamó Villalba.
Esfuerzo. El cardenal indicó que la “comunión con Dios” es el camino a la santidad, la cual no solo es un don o una gracia, sino que “un deber” que hay que mantenerla y perfeccionarla. “Por eso, la santidad no es pasiva, no nos exonera de un esfuerzo moral continuo. Es un don, un regalo, pero siempre implica una participación del hombre ‘a no a dejarme estar’”, apuntó.
Encuentro. Cuando dirigió su mensaje a los jóvenes citó un pasaje de los apóstoles con los griegos, quienes pidieron ver a Jesús. “El mundo de hoy necesita de Cristo, los jóvenes necesitan a Cristo. Queremos ver a Jesús, este es el grito de tantos jóvenes”, proclamó haciendo un llamado a los jóvenes a encontrar a Jesús mediante su ejemplo. “El encuentro verdadero con el señor me lleva a anunciarlo. La Virgen nos dice: hagan lo que Jesús nos diga”.
Una gran multitud participó de la homilía bajo la lluvia que este año tuvo la ausencia del presidente de la República, Horacio Cartes. Sí se vieron rostros de autoridades como el vicepresidente Juan Afara, el fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, y ministros.