Escuelas con aulas o pabellones a punto de colapsar, ventanales con los vidrios rotos; baños con pisos destrozados o a cielo abierto. Así, en estas condiciones, miles de alumnos y alumnas iniciarán –desde hoy– un nuevo año lectivo en las instituciones educativas de corte oficial.
Una de las escenas tétricas que ofrecerá este inicio de clases tiene lugar en el distrito de Cerro Corá, Departamento de Amambay. Allí, tanto docentes como alumnos seguirán poniendo en riesgo su integridad cruzando el río Aquidabán en una improvisada balsa. Los padres de familia con tambores de 200 litros armaron ese flotador para poder cruzar el cauce, tras la rotura del puente que hasta hoy no se reparó.
Quienes cruzan ese río van a la Escuela Básica 15.403, de la colonia indígena Pikycuá que alberga también al Colegio Nacional Indígena. Tampoco en la escuela nada ha cambiado: Una de las aulas sigue con la mitad del techo destrozado. Por lo que seguirán dando clases bajo árboles, según relató una docente del lugar. La contracara pone la comunidad educativa que une sus esfuerzos para poner en mínimas condiciones el entorno escolar. Es lo que hicieron en la Escuela Básica 2.565 de la colonia Kokue Pyahu (Amambay) que el año pasado sufrió la pérdida del puente que da acceso a esa zona. Allí docentes y padres se unieron para limpiar la institución para ofrecer un ambiente cómodo y seguro a los niños y niñas que asisten al lugar.
Todos apretados. En el asentamiento Aquino Cué, de Concepción, cuentan con solo dos precarias aulas –y otras dos sin terminar– para 120 alumnos. La infraestructura escolar dependiente de la Escuela Gaspar Rodríguez de Francia se ve desbordada desde el jardín hasta el sexto grado.
La falta de ventilación en las aulas agrava la situación que deja a docentes y estudiantes expuestos a condiciones adversas para el aprendizaje. Ante este panorama desafiante, los alumnos enfrentan una odisea diaria, buscando refugio en viviendas ajenas para recibir sus clases. “Desde el Jardín hasta el segundo grado están en las aulas; los otros grados en casas particulares prestadas. Las dos aulas construidas a medias no pueden terminar porque los padres ya no tienen recursos”, comentó la profesora Liza González.
Los padres de familia han construido dichas aulas en un intento por brindar educación a sus hijos, pero se enfrentan ahora a un escenario en el que las condiciones mínimas para el aprendizaje están ausentes.
Clausurado. En Caaguazú, la Dirección de Educación Departamental clausuró hace poco un pabellón –casi destruido– en la Escuela Mariano Díaz, situada en un asentamiento campesino en el distrito de Carayaó. Desde la Gobernación recibieron la promesa de que repararían un sector del techo que se vino abajo y otro que está a punto de colapsar. Pero los niños ya comienzan hoy las clases.
Felisa López, directora Departamental de Educación del Departamento de Misiones, aseguró que en términos generales allí la mayoría de las instituciones educativas están en condiciones. Solo hay –dijo– una institución con peligro de derrumbe; por lo que priorizarán la seguridad de los chicos quienes “no ingresarán al aula con problemas”.