“La cubierta presenta unas horribles huellas de destrucción. Lo más probable es que sea resultado de las explosiones de bombas de aviación”, aseguró en un comunicado Serguéi Fokin, el director del Centro de Investigaciones Submarinas de la RGO.
Fokin se refería a que los historiadores siempre sospecharon que el barco, conocido como el “Titanic soviético”, había sido hundido el 7 de noviembre de 1941 por torpedos disparados por buques de guerra alemanes.
El barco de recreo, reconvertido en buque hospital para evacuar a la población de la península de Crimea ante el inusitado avance del Ejército nazi, se hundió con entre 6.000 y 10.000 personas a bordo, entre heridos, refugiados, personal sanitario y tripulación.
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El Armenia, barco capitaneado por Vladímir Plaushevki y que tenía capacidad para 1.000 pasajeros, fue encontrado a unas 15 millas del puerto crimeo de Yalta, de donde había zarpado en 1941 con destino a Tuapsé, ciudad costera en la Rusia continental.
Los buzos de la RGO lograron captar las primeras imágenes del buque 79 años después de su hundimiento con la ayuda del sumergible teledirigido de fabricación rusa TNPA.
Ballard y el Titanic
Después de varias décadas de búsqueda, en la que participó incluso el oceanógrafo estadounidense Robert Ballard, quien descubrió en 1985 el Titanic, la RGO decidió reanudar las pesquisas después de que en 2017 la Armada rusa detectara en el fondo del mar una anomalía magnética en dicho sector.
Las sospechas se confirmaron en marzo de 2020 con la ayuda del sonar, que confirmó que las dimensiones del objeto sumergido coincidían con las del Armenia: 107 metros de eslora y 15,5 metros de manga.
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“La confirmación solo la podía dar el contacto visual”, subrayó Fokin.
Después de varias inmersiones fallidas por espacio de varias horas, el robot llegó a la popa del barco, donde buscaba febrilmente el nombre que identificara el barco.
Un golpe de suerte
“Y de repente, un feliz hallazgo: en la popa estaba la campana del barco (...). La campana cayó de tal forma que se veía el letrero y en él se podía leer el nombre: ‘Armenia’. Tal hallazgo es igual que un pasaporte”, explicó el expedicionario.
El hecho de que la estructura del barco no presente apenas desperfectos visibles excluye la posibilidad de que fuera alcanzado por un torpedo, mientras que los mayores daños el Armenia los sufrió en la cubierta cerca de la proa y en su parte central a babor.
“Lo que confirmaría que el bombardeo aéreo seguía el rumbo del buque, es decir, que los aviones alemanes atacaron por la popa”, señaló, y agregó que el Armenia se hundió con tanta rapidez que los cristales de algunos ventanales no se llegaron a romper.
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Además de la calidad de los equipos técnicos utilizados, Fokin cree que la “suerte” también jugó a favor de la expedición rusa.
“La mayor dificultad del hallazgo del Armenia es que el barco se encuentra a una profundidad de 1.500 metros. Uno puede pasar cerca, literalmente a cien metros, y no divisarlo”, precisó.
Con respecto al futuro, el expedicionario subrayó que no habrá nuevas inmersiones, al menos, de momento.
“Este no es un simple objeto histórico, sino el lugar de descanso de siete mil personas, y pulular solo porque nos parece interesante es algo absolutamente amoral. Quiero creer que los 1.500 metros de profundidad ayudarán a salvar a los difuntos de la interferencia ilegal de los amantes de las emociones fuertes y de los buscadores de tesoros”, resaltó.
Tributo a los caídos
El párroco de la base naval de Novorossiysk celebró un panegírico en memoria de los pasajeros del Armenia y, siguiendo la tradición marina, los expedicionarios y marineros les rindieron honores con tres salvas y el lanzamiento de un ramo de flores al mar.
El Armenia, que llevaba pintado el símbolo de la Cruz Roja, recogió en los puertos de Sebastopol y Yalta a heridos de hospitales de toda Crimea, médicos y enfermeras, actores del teatro local, el personal del campamento de verano infantil Artec, dirigentes del partido y parte de la población local procedente de toda la península.
Según los testigos, el barco, que iba escoltado por dos lanchas y un par de aviones, se hundió tras el ataque aéreo alemán en apenas cuatro minutos y solo ocho pasajeros pudieron ser rescatados de las aguas.
Debido al pánico, muchas personas que tenían billete no pudieron encaramarse al barco, lo que a la postre salvó sus vidas.