El enfermero Édgar Cabrera (29) no solo vio morir a adultos mayores a causa del coronavirus (Covid-19) en el Hospital Geriátrico del Instituto de Previsión Social (IPS), sino que también presenció la recuperación de otros. Él acompaña a las personas de la tercera edad internadas con coronavirus, que viven la internación en medio de la soledad y el aislamiento.
En el Día Internacional de la Enfermería, que se conmemoró ayer, los trabajadores de blanco coinciden en que ni la vida ni la formación universitaria les preparó para ver morir a tantos colegas, amigos y pacientes durante la pandemia. En el país, 60 enfermeros fallecieron a causa del coronavirus y otros 20 luchan en la Unidad de Terapia Intensiva. Entre reclamos de mejoras salariales, los trabajadores relatan su día a día.
ANÉCDOTAS
Édgar Cabrera optó por la enfermería porque no quería ser un funcionario administrativo. Hoy terminó una maestría y va por el doctorado. Además, es docente.
La pandemia está haciendo que el trabajo de cuidar enfermos sea algo muy doloroso, dijo. “El trabajo es muy difícil. Es desgastante esta situación cuando un adulto mayor no sale de terapia. Yo me siento muy afectado cada vez que pasa. Así también la contraparte es cuando los pacientes salen de la terapia intensiva. Es muy satisfactorio ver esa recuperación”.
Algunos pacientes le piden a Édgar que les llame abuelita, otros solicitan respeto por ser personas muy mayores, relató.
Para la enfermera Mirna Gallardo, presidenta de la Asociación Paraguaya de Enfermería (APE), la pandemia mostró el soporte emocional que representan los enfermeros para los internados, que atraviesan los días en soledad.
“Los pacientes se quedan a cargo de enfermería, no entran en contacto hasta el alta con sus familiares. El esfuerzo que se tiene que hacer es mayor. La enfermera es un soporte emocional muy importante para los pacientes. Es la que está al lado del paciente todo el tiempo, acompañándole en todas sus necesidades”.
Hace 25 años, Mirna Gallardo es enfermera. Inició en el servicio de neonatología del Hospital Nacional de Itauguá y se desempeñó durante 12 años. Hoy está en terapia intensiva pediátrica del Hospital de Clínicas.
Al principio le asustó la situación de los niños prematuros, porque eran muy pequeños. Fue un gran desafío, tras su primer día laboral pensó en no volver al Hospital Nacional, pero tuvo valentía y siguió.
Hoy, muchos de los padres de los prematuros, cuando se encuentran en algún espacio público, les presentan a sus niños que lograron salir de terapia, lo cual representa una satisfacción, dijo.
Es Desgastante esta situación cuando un adulto mayor no sale de terapia. Me siento muy afectado cada vez que pasa. Así también la contraparte es cuando los pacientes salen de la terapia. Lic. Édgar Cabrera, enfermero.