Por Elías Piris | Twitter: @eliaspiris
El rubio general de Ejército, Alfredo Stroessner Matiauda, tomaba el poder en el año 1954, derrocando al gobierno democrático de Federico Chávez. Posiblemente, pocos se imaginaban que encabezaría un despótico régimen dictatorial que sumiría en el miedo al Paraguay durante más de tres décadas.
Pero este régimen debía legitimarse y presentar una imagen “amigable” a nivel internacional, por lo tanto, decide convocar a los partidos de oposición – a excepción del Partido Comunista Paraguayo que estaba proscripto – para redactar una nueva Constitución Nacional que reemplazaría a la de 1940. Corría el año 1967.
La nueva Carta Magna contemplaba que el presidente de la República podría ser reelecto por dos periodos. Es decir, Stroessner podría presentarse a las elecciones para el periodo 1968 – 1973 y 1973 – 1978.
El liderazgo verticalista y el culto a la persona del "único líder” y el “estadista del siglo” como era descrito en los editoriales del diario Patria, vocero de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, no podía permitirse solamente dos periodos. Para ello, era necesario realizar una enmienda al artículo 173 de aquella Constitución Nacional, algo que para el régimen se trató de un mero trámite.
Este “trámite” consistía primeramente en la instalación del tema mediante el “pedido” de las bases coloradas (¿Les suena conocido esto?) en actos públicos que sobrepasaban los límites de la adulonería y grandes espacios solicitados en los principales periódicos de aquel tiempo.
Posteriormente vendría la maniobra política sobre un hecho consumado, dada la debilidad de los partidos de oposición al stronismo. Un dato no menor es que, según la Carta Magna de 1967, se debía esperar un periodo de 10 años para el llamado a una Convención. 1977 era el año, y el stronismo lo sabía, por eso puso a andar su tenebrosa maquinaria.
“Con oposición de los partidos que habían integrado la Constituyente de 1967, la gran mayoría colorada del Congreso hizo los trámites y llamó a otra Convención Nacional Constituyente en el año 1977. Esto provocó que se aparten partidos que hasta ese momento eran opositores, como el Partido Liberal Radical (PLR) y el Partido Liberal (PL)”, comenta el analista político y escritor Alfredo Boccia.
Esto último hizo que la Convención Nacional Constituyente de 1977 sea integrada exclusivamente por convencionales del Partido Colorado, entre ellos, recordadas figuras como Ezequiel González Alsina, Tomás Romero Pereira, Luis María Argaña, según recuerda el periodista y activista Antonio Pecci.
“Fue una convención que evidentemente no reunía las condiciones de la de 1967, duró muy poco. Fue una convención trucha”, refiere Antonio Pecci, quien recuerda que la enmienda del artículo 173 tuvo la oposición de la Iglesia católica paraguaya y de algunos movimientos estudiantiles ajenos al control colorado y que a la postre fueron ferozmente reprimidos por el aparato stronista, como el Movimiento Independiente, de notoria actuación en los años 70.
Finalmente y según lo vaticinado, la Convención Constituyente colorada aprobó la enmienda del artículo 173, permitiendo la reelección indefinida del “elegido para dirigir los destinos de la patria”, como era referido el dictador por la prensa oficialista.
Dicho artículo quedó redactado de la siguiente manera: “El presidente podrá ser reelecto”. Así de simple...
Al poco tiempo de ser aprobada aquella enmienda, comenzó un proceso de intensa persecución de dirigentes contestatarios del liberalismo, como el caso de Domingo Laíno, que en 1978 formaría en la clandestinidad el actual Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).
“Fueron años muy difíciles, el ambiente se endureció terriblemente. De una represión selectiva se pasó a una represión sin límites. El régimen no solo descabezó a la oposición, también arrasó con las Ligas Agrarias Cristianas, el movimiento estudiantil sufrió una gran persecución y en ese momento había 500 presos políticos en el penal de Emboscada. El régimen mostró toda su brutalidad en ese tiempo, envalentonado por el Plan Cóndor, un pacto de apoyo mutuo entre los dictadores de la región. En los 70 el miedo era la segunda piel de los paraguayos, como diría Augusto Roa Bastos”, rememora Antonio Pecci.
Lo que se vino después de la enmienda es una historia conocida: Alfredo Stroessner se impuso con total comodidad contra una oposición de fachada. Si bien hoy día no existen dudas de que eran elecciones absolutamente controladas por el aparato estatal, 39 años atrás la voz oficial sostenía a capa y espada que “el pueblo decidía”.
Y en las elecciones de 1978, la gente decidió: