Los resultados del ensayo clínico en fase 1 encabezado por el Instituto Oncológico Dana-Farber (EEUU) y que publica Nature, indican que los pacientes, con cáncer de riñón en estadio III o IV con alto riesgo de recurrencia, generaron “una respuesta inmunitaria anticancerosa satisfactoria”.
Las vacunas, administradas tras la extirpación del tumor, están diseñadas para entrenar al sistema inmunitario del organismo a reconocer y eliminar cualquier célula tumoral remanente.
La investigación indica que en el momento del corte de los datos, con una media de 34,7 meses, todos los pacientes seguían libres de cáncer.
El tratamiento estándar para los pacientes como los que participaron en el ensayo es la cirugía para extirpar el tumor, que puede ir seguida de inmunoterapia con pembrolizumab, un inhibidor del punto de control inmunitario. Cinco enfermos del ensayo tomaron además ese fármaco.
El pembrolizubab induce una respuesta inmunitaria que reduce el riesgo de reaparición del cáncer; alrededor de dos tercios de los pacientes aún pueden ver como reaparece y, en ese caso, las opciones de tratamiento limitadas.
Las vacunas administradas se personalizaron para reconocer el cáncer individual del paciente utilizando como guía el tejido tumoral extirpado, del que se extraen las características moleculares de las células tumorales que las diferencian de las normales.
Esas características, denominadas neoantígenos, son fragmentos diminutos de proteínas mutantes que no existen en ninguna célula del organismo, salvo en las del tumor.
Con el uso de algoritmos predictivos se determina qué neoantígenos deben incluirse en la vacuna en función de su probabilidad de inducir una respuesta inmunitaria; se fabrica y administra al paciente en una serie de dosis iniciales seguidas de dos refuerzos.
Tras la administración de la vacuna, algunos pacientes experimentaron reacciones locales en el lugar de inyección o síntomas parecidos a los de la gripe, pero no se notificaron efectos secundarios de mayor gravedad EFE