Le ha vuelto a aparecer el caso de los detergentes en tiempos de pandemia que por poco le evita alcanzar la intendencia. Enterró el caso por un tiempo pero los de la Fiscalía, muy expertos en entierro y desentierro, lo han vuelto a colocar en competencia. Pero lo más complicado es explicar dónde fueron a parar los 70 millones de dólares que lleva esquivando explicar de miles de maneras. Ha evitado los pedidos de acceso a la información pública de algunos ciudadanos y concejales, el pedido de los diputados y ahora le espera una con fecha de caducidad de parte de la Junta Municipal. La misma, que en mayoría le ha ayudado a enterrar varios de esos millones.
Nenecho cuando le apuran mucho dice cómo se va a ver el dinero si está enterrado. (sic).
Asunción acogerá esta semana a los burócratas de la OEA en asamblea general y los cientos de cortesanos que los acompañan anualmente. Suelen calcularse más de 500 dólares por día en gastos personales, pero con una capital en decadencia es probable que los únicos ganadores sean los hoteleros y los restaurantes alrededor. Animarse a conocer más allá de esas fronteras solo sirve para lamentarnos en su decadencia.
Todo eso es donde están enterrados los 70 millones de dólares. Miles de puestos de trabajo contratados, muchos bajo salario mínimo, pero a cambio de votos para la pareja de políticos y decenas de enjuagues más que se suponen han sido los sitios de la plata entierro municipal. Nenecho Rodríguez forzará a tope al gobierno de Peña y al valeador de ambos: Horacio Cartes. Cuando vean estos dos que ya no es negocio sostenerlo lo soltarán la mano y el bailarín pasará por las mismas calendas del locutor número 2. Trasquilado, humillado y abandonado por todos, quienes durante el entierro lo aplaudieron y lo votaron. La política es ingrata si no que lo diga el senador Maidana marginado por el ex abdista Natalicio Chase del liderazgo de su movimiento en el Senado. Quedaron enterrados en esa elección años de fidelidad perruna con argumentaciones disparatadas en la defensa del “significativamente corrupto” cuando las acusaciones arreciaban.
El mensaje es claro. El único que corta el bacalao es el líder del quincho. A los demás solo les queda enterrar el orgullo y tragar sapos sin que se note como diría Carlos Fuentes en su libro: “La silla del águila”.
La jefa de Gabinete Lea Giménez ha tenido también que enterrar su pasado difícil de alumna pobre en los EEUU cuando gracias a la transparencia pública se supo que compró un apartamento de un millón de dólares en la coqueta Avda. Molas López donde Nenecho enterró algo de los 70 millones de los verdes.
Apostó a otra casa en Praga, tierra del marido por si las cosas se complican aquí. Los orígenes modestos de la que siempre trabajó en el sector público han cambiado con la cercanía del poder que la ha vuelto millonaria al tiempo de enterrar su vida y su salario en sus inversiones inmobiliarias. Como respuesta nos sugirió que aprendamos a cómo hacer inversiones de éxito.
El ministro del Interior Riera quien buscó con un ministro de Corte y un general “plata yvyguy” (dinero enterrado) en el Parque Caballero cuando era intendente de Asunción ahora enterró su propia ley que castiga duramente a los invasores de tierra sobre la que no dijo: “Toda vez que no fuera uno de los nuestros”.
Nenecho entierra y Riera desentierra. Parece ser parte de una ópera bufa donde se entremezclan lo que se esconde y lo que emerge, pero que en realidad solo descubre la verdadera naturaleza de las personas. Con máscaras o sin ellas son iguales y sin sorpresas. Hay que agarrar la pala y enterrar la desvergüenza, la corrupción y el abuso del poder que tanto daño nos hacen a todos. Será justicia.