A 15 días de las elecciones y a pesar de la contundencia de los votos por la diferencia entre la ANR y sus demás contendientes, el resultado electoral marcó el debate político de las dos semanas a raíz de la denuncia del supuesto fraude de Paraguayo Cubas, secundado por Efraín Alegre y Euclides Acevedo, aunque este último se llamó a silencio.
En medio de cierres de ruta y cortes de la avenida Eusebio Ayala, en la Capital, la Justicia Electoral dio el jueves un corte definitivo a la discusión. No se abrirá el sobre N° 4, no habrá recuento de votos ni auditoría internacional a las máquinas de votación. El proceso de juzgamiento de actas continúa y su corolario será la proclamación de los ganadores.
Cortó el pleito electoral, no el político.
En tanto, Cubas sigue preso, pero sus seguidores, más de un centenar, fueron liberados tras denuncias de maltrato y falta de alimentación. Una medida pragmática que busca descomprimir la tensión social.
Esta incertidumbre marca el derrotero de Santiago Peña, el ganador de las elecciones, y Efraín Alegre, el gran perdedor de las elecciones.
ENTRE FUNDAMENTALISMOS Y REALIDADES. En una operación dibujada para mejorar su imagen, el presidente electo, Santiago Peña, visitó todos los medios de comunicación, incluso a los que evitó durante la campaña porque son “enemigos de Cartes”. En esos espacios fue desgranando su visión de Estado. En los temas económicos navega tranquilo, pero mete la pata cuando habla de política. En un intento por parecer más colorado que los colorados, justifica la dictadura stronista, o pone en duda la llegada del hombre a la Luna para defender a su padrino político.
La primera reunión con los poderosos gremios económicos se realizó en su residencia y no en el domicilio de Cartes, tratando de mostrar independencia. Allí, los empresarios le pidieron seleccionar los mejores perfiles técnicos para ocupar los altos del Estado relacionados con la economía como Hacienda, BCP, Industria y Comercio, Mades y Aduanas. Peña les señaló que tendrán perfiles técnicos, pero van a responder al Partido Colorado. Se habló de nombres. El presidente electo les sondeó sobre el futuro ministro de Industria. Les adelantó que Carlos Fernández Valdovinos iría a Hacienda y que Lea Giménez será su centinela en el Palacio como jefa de Gabinete. También se habló de que algunos funcionarios seguirían en sus cargos, como el de Senacsa, José Carlos Martin, y Óscar Orué, de Tributación.
En cuanto al reclamo de las relaciones diplomáticas con China Continental de parte de ganaderos y agroexportadores, acotó que seguirá con Taiwán.
Paralelamente, en la ANR la situación puede complicarse, no solamente por la tempranera decisión de Fuerza Republicana de plantar bandera de independencia, sino porque en los intestinos del cartismo duro crece la idea de la revancha con un objetivo claro: aniquilar al presidente Mario Abdo Benítez apenas termine su mandato. Cartes lo responsabilizó de estar detrás de la acusación de EEUU. Lo secundó Peña, que ahora como presidente electo su opinión tiene peso propio. La versión más directa de esta historia la dio Juan Carlos Galaverna, quien acusó a Marito de entregar dinero a Efraín Alegre el sábado previo a las elecciones y el domingo “para que gane las elecciones y pierda el Partido Colorado. Si siendo presidente de la República no hace nada por el Partido Colorado y no tuvo peso político, qué más se puede esperar, es un traidor, ladrón y sinvergüenza”. ¿Solo frases tras el fragor de la batalla electoral? Estas palabras alientan la tesis de la revancha y en la disidencia tomaron nota del asunto. Saben que Cartes es rencoroso, avasallador. Desde Honor Colorado intentaron minimizar las declaraciones del político en retirada diciendo que “está viejo y no hay que hacerle caso”, pero sí son señales de lo que puede venir desde el centro duro, de los halcones del cartismo. En el sector económico que se jugó por el cambio también hay desasosiego. Temen que Cartes se tome la revancha ahora es que es juez y parte.
Una pequeña muestra del proyecto cartista de copamiento total es su intención de meter mano en el liderazgo de la disidencia, donde quiere imponer a Arnoldo Wiens como líder porque ya lo tiene amansado.
¿Está Peña en esta línea? ¿Tiene el poder para frenarlos si no lo estuviese?
Son interrogantes que solo se responderán cuando asuma el poder. Cuando revelará con su gestión si le da la talla para ser presidente y no un simple gerente.
CANIBALISMO. La derrota de la Concertación está despertando a los monstruos del PLRA. La caída de Efraín Alegre es el pretexto perfecto para la resurrección de quienes destruyeron ética y moralmente al partido. Alegre ha cometido errores tanto en campaña como después, al subirse al carro de Payo sin siquiera consultar con sus bases, que provocó el alejamiento de líderes importantes que lo apoyaron, como Eduardo Nakayama, Salyn Buzarquis y otros. El camino lógico era sentarse a analizar la crisis y negociar incluso retiradas dignas. La virulencia con la que vuelve a salir al escenario solo beneficia a Cartes, quien no cejará hasta destruir totalmente a Alegre y para ello acude a sus aliados/empleados de siempre. El llanismo no comprendió aún la sentencia del pueblo liberal que casi lo borró del Senado. Pero esta virulencia es un bumerán. Incluso quienes solicitaron el paso al costado del presidente liberal ahora toman distancia de esta lucha fratricida. Nakayama aclaró que no está dispuesto a acompañar ningún golpe en el Directorio que “saque por la ventana (a Efraín) ni que se meta a alguien por la ventana, salvo un consenso”. Jóvenes liberales salieron a señalar lo mismo.
En un panorama de incertidumbre, de miedos, de desconfianza, los halcones, los que prefieren la mano dura, la confrontación, la negación del problema, la revancha, pueden superar a las palomas, a los que buscan los acuerdos y consensos.
Pero el país, con sus desafíos, sus carencias y sus urgencias, no está para los halcones.
¿Lo entenderán los ganadores?