08 feb. 2025

Entre la gloria y la sombra del héroe de Curupayty

Tras su muerte, José Eduvigis Díaz alcanzó el estatus de primer héroe nacional, como lo demuestra el poderoso cañón que fue nombrado en su honor. Hasta ese momento, solo el Mariscal López había recibido elogios en la prensa. La elevación de Díaz como figura heroica cumplió un propósito fundamental: Servir de ejemplo e inspiración para un pueblo paraguayo que se encontraba profundamente desmoralizado en la guerra y en la posguerra. Esta situación se mantuvo hasta que el Mariscal López fue nuevamente exaltado como figura nacional en la segunda década del siglo XX.

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Ángel Piccinini

La fecha aceptada del nacimiento de José Eduvigis Díaz es el 17 de octubre de 1833, Julio César Cháves afirma que la “partida de nacimiento” de Díaz (probablemente refiriéndose a su certificado de bautismo) está en la Iglesia de Paraguarí, pero una búsqueda en estos archivos no ha arrojado tal documento.
Al considerar la profunda tradición cristiana de bautizar a los niños con el nombre del santo correspondiente al día de su nacimiento, práctica profundamente arraigada en la cultura paraguaya del siglo XIX, y su importancia se evidencia en numerosos ejemplos históricos, incluyendo figuras prominentes de la época. Un caso es el de Carlos Antonio López nació el 4 de noviembre, día de San Carlos de Borromeo, de ahí su nombre. De manera similar, su hijo Francisco Solano López nació el 24 de julio, día de San Francisco Solano, explicando así su nombre completo. Por esto es de esperar que Díaz hubiera nacido el 16 de octubre, día de Santa Eduvigis, o que se le hubiera dado el nombre del santo correspondiente al 17 de octubre si esa fuera realmente su fecha de nacimiento.

Díaz fue hijo de Juan Andrés Díaz y Dolores Vera. Contrario a lo afirmado por algunos historiadores como Julio César Cháves, que sostienen que su padre falleció cuando él era muy pequeño, el censo de Pirayú de diciembre de 1848 demuestra que su padre aún vivía cuando José Eduvigis con 15 años se incorporo como soldado raso al ejercito en 1852.

Es particularmente interesante agregar que, aunque los nacionalistas han rechazado históricamente el uso de su segundo nombre debido a su connotación femenina, los registros históricos confirman inequívocamente que este era parte de su nombre completo: la Confirmación en la Parroquia de Pirayú en 1850 lo registra como José Eduviguis, y el censo de 1848 lo documenta como “Edubigi”.

Antes del inicio de la Guerra de la Triple Alianza, Díaz se desempeñó como teniente de la Policía en Asunción. Su ascenso en esta institución ocurrió en mayo de 1864, cuando reemplazó a Hilario Marcó como jefe de Policía. Mientras Juan Silvano Godoy sugiere que este cambio se debió a la enfermedad de Marcó, Stewart, presente en Asunción en ese momento, indica que Díaz logró la destitución mediante una traición para asegurar su promoción. Stewart, que lo conoció desde sus inicios como cabo y sargento de policía, incluso cuando acompañaba a Madame Lynch en sus picnics siendo alférez, ofrece una perspectiva particularmente crítica de su carácter.

Al asumir Francisco Solano López la presidencia, Díaz ya estaba firmemente establecido junto al poder. Su papel en la represión política fue significativo: Varios miembros del Congreso fueron encarcelados y engrilletados hasta su muerte. Figuras distinguidas como Alejo Guanes y Pablo Jovellanos también fueron encarcelados. Un caso particularmente dramático fue el de Lezcano, Juez del Crimen, quien había sido nombrado en el testamento de Carlos Antonio López como parte del Triunvirato que debía formarse tras su fallecimiento. Lezcano fue apresado y torturado por Díaz hasta su muerte. Estas acciones provocaron el horror de muchos paraguayos de buen corazón, quienes fueron testigos de sus maltratos antes de la guerra. Como jefe de Policía, Díaz desarrolló un sistema de información y espionaje tan extensivo que impresionó al ministro inglés Edward Thorton.

Durante la guerra, la valentía de Díaz fue innegable, aunque su juicio táctico fue frecuentemente cuestionado. En la batalla de Estero Bellaco, por ejemplo, después de haber cumplido el objetivo inicial de derrotar a la vanguardia del ejército aliado, se empeñó en una temeraria persecución que resultó en un enfrentamiento con el grueso del ejército enemigo, causando pérdidas innecesarias que igualaron las bajas en ambos bandos. Tras la batalla de Tuyutí del 24 de mayo, mientras el Comandante Calaá Jiménez y Aguiar atribuyó el fracaso del ataque por el centro a su ignorancia, Centurión lo defendió argumentando que “estuvo a la altura de su fama”.

Thompson documenta un incidente particularmente cruel, después de la batalla de Curupayty, Díaz ordenó, bajo su propia responsabilidad, colgar a dos paraguayos que se habían rendido en Uruguayana y que se habían pasado al enemigo. Cuando uno de ellos, sufriendo una agonía prolongada, le suplicó que lo matara para acabar con su tormento, Díaz respondió que ese sufrimiento era precisamente lo que él deseaba.

La personalidad de Díaz era compleja y frecuentemente contradictoria. Stewart lo resume de manera contundente: “De todos estos sucesos bien atestiguados, es evidente que aquel hombre, valiente en la guerra, carecía, al igual que su jefe y prototipo, de los sentimientos de la verdad, de la justicia, y de la misericordia hacia sus compatriotas”. Su único mérito, según Stewart, era su valor personal, y su única devoción era hacia López, como lo evidenciaba su frecuente frase “Dios en el cielo, y López en la tierra”.

El 26 de enero de 1867, mientras realizaba un reconocimiento de las posiciones de los acorazados imperiales, Díaz fue alcanzado por la explosión de una bala de cañón que le destrozó una pierna. Doce días después, el 7 de febrero de 1867, a las 04:15 de la tarde, falleció debido a la gangrena e infecciones derivadas de la amputación. En sus últimos momentos, el Mariscal López ordenó tomar una fotografía de cuerpo entero de Díaz con sus condecoraciones y en traje de gala.

Este sistema, que penetraba todos los aspectos de la vida cotidiana, prefiguraría los métodos de control social posteriormente implementados por el Pastor Coronel durante el régimen de Stroessner en los años 60 del siglo XX.

El presente análisis no pretende realizar una crítica sesgada del prócer pirayuense desde una perspectiva contemporánea. Por el contrario, se apoya en testimonios directos de quienes lo conocieron, buscando construir un retrato histórico equilibrado que reconozca tanto sus innegables éxitos en el campo militar como las facetas más complejas de su herencia histórica. Esta tendencia a reevaluar figuras históricas es recurrente en Paraguay, como lo demuestra el caso del General Patricio Colman Martínez. Excombatiente de la Guerra del Chaco y posteriormente miembro de la Policía Nacional, Colman tuvo una controversial actuación durante el stronismo, cuando como jefe del Regimiento de Infantería N° 14 estuvo involucrado en la represión estatal y violaciones de derechos humanos - especialmente contra el Movimiento 14 de Mayo, FULNA y durante los sucesos de Caaguazú. A pesar de este oscuro historial, actualmente es homenajeado con calles que portan su nombre en distintas ciudades y una institución educativa en Eusebio Ayala.

En cuanto a su vida privada, aunque no se tiene registro de que haya estado casado, reconoció una hija llamada Margarita, nacida de su relación con Francisca Quiroga. Margarita Díaz se casó con Basilio Casado y tuvo una hija, Ana Casado Díaz, quien recibió una pensión por Ley Nº 226 durante la presidencia del Mariscal Estigarribia.

* Los datos sobre la descendencia de Díaz fueron contribuidos por Coral Guanes, mis agradecimientos a ella.

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El general José Eduvigis Díaz alcanzó el estatus de primer héroe nacional.

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