El presidente argumenta que sus viajes “vende la imagen del país” con el objetivo de atraer inversiones y generar “un efecto derrame” en la economía nacional; sin embargo, completa casi 40 viajes desde que asumió hace un año y medio y no se reportan nuevas inversiones millonarias.
Su desesperación por figuretear en el plano internacional lo llevó a pasar un papelón en Estados Unidos, donde pretendía participar de la asunción de Donald Trump, pero sin haber sido invitado por el protagonista.
El espacio se redujo y los invitados de segunda como Peña, quedaron afuera. El malestar ciudadano tomó forma de burlas y memes del bufón de turno, nuestro presidente.
Esto no lo detuvo para seguir con una agenda de reuniones, fotos aquí y fotos allá, sin un informe valioso que pueda justificar el derroche del dinero público en pasajes y viáticos.
Mientras nuestro máximo representante quedaba excluido de la fiesta, en Paraguay seguían las movilizaciones por la suba del peaje que afecta, sobre todo a pobladores que diariamente cruzan ciudades para obtener sus ingresos, muchas veces en la informalidad y en medio de precarizaciones.
La ministra de Obras Públicas y Comunicaciones, Claudia Centurión, se reunió con los afectados, pero solo para ratificar el reajuste. Sin ninguna posibilidad de abrir una negociación hasta se burló de los manifestantes de Coronel Bogado al decir que debería subir también el precio de la chipa.
Esta arrogancia indignó aún más a la ciudadanía que defiende su derecho a una participación activa en las decisiones de interés público. Claramente, las protestas solo se reforzaron y al MOPC no se le ocurrió otra solución que trasladar el problema a otra comunidad.
La propuesta de cerrar el peaje de Coronel Bogado y llevarlo a General Delgado provocó otra crisis y una incertidumbre en la población y que el Gobierno no sabe cómo resolver o no le interesa hacerlo.
Para tener una idea del impacto... quienes utilizan diariamente para trabajar la Ecovía que une Luque y San Bernardino gastan todos los días en el pago del peaje G. 30.000, lo que representa mensualmente casi el 30% del salario mínimo, sin contar el costo del combustible, de mantenimiento y la también la encarecida patente vehicular.
Pero hablando del salario mínimo, otro arrogante fue el ministro de Industria y Comercio, Javier Giménez, y sus lamentables declaraciones a favor de la eliminación de este pago base“. ¿Sabés cómo se mejora el salario mínimo, eliminá el salario mínimo”, lanzó el ministro en un medio radial.
El contexto. Aunque el salario mínimo está contemplado en la Constitución Nacional y en la Organización Internacional del Trabajo, las palabras de un ministro representan la línea política del gobierno de turno y, por tanto, no podemos minimizar.
Más aún porque estamos en un país en que más de 600.000 trabajadores y trabajadoras perciben menos del salario base. Es decir, estamos muy lejos de que su eliminación ayude a subir las remuneraciones. Por el contrario, abriría las puertas a una mayor precarización laboral que se viene agudizando desde la pandemia, afectando mayormente a las mujeres.
La propia Ley de Mipymes impulsada por el Ejecutivo es un ejemplo. Establece incentivos a las microempresas al permitir pagar a sus empleados solo el 80% del salario mínimo en sus primeros tres años de vida, también se verían afectados sus aportes al IPS y otros beneficios.
Así que sus declaraciones, más que una metida de pata, son una alarma para el sector obrero que reclama todos los años la pérdida de valor del salario mínimo frente al costo de vida.