30 nov. 2024

Es inaceptable el derroche del dinero público en el Congreso

El voto popular le dio al partido oficialista, hace poco más de un año, la mayoría absoluta en el Congreso Nacional. Disponer de esa mayoría supone un gran poder, el cual implica al mismo tiempo una gran responsabilidad. Es momento de hacer un llamado a la conciencia de diputados y senadores para que administren los recursos públicos con sensatez y madurez, y a la vez instarles a que antepongan los intereses de la población. Deben entender que el pueblo paraguayo está cansado de los privilegios que ellos ostentan impúdicamente.

En ambas cámaras del Congreso Nacional, el partido oficialista, Partido Colorado gobierna con una mayoría propia; lamentablemente, estos compatriotas han decidido que, en vez de gobernar con todos y para todos, y convertirse en una herramienta de servicio al pueblo optaron por trabajar solo en pos de sus propios intereses e imponerse sobre los demás en forma arbitraria.
La administración de los recursos del Estado ha resultado la verdadera prueba de fuego para evaluar la calidad humana de estas personas que han sido electas para gobernar en nombre del pueblo paraguayo.

Después de las publicaciones y denuncias a lo largo de este año, respecto a los cientos de casos de nepotismo en el Congreso, estamos viendo que sigue reinando la más absoluta impunidad. Invocando que contratar a sus hijos e hijas, carentes de experiencia y méritos académicos, no constituye un hecho ilegal, deja de lado el fundamental parámetro de la ética. Porque ignoran además a los miles de jóvenes paraguayos que el Estado ha dejado sin posibilidades, sin aspiración de un futuro mejor cuando se les niega educación, salud y empleo digno.

Ahora llegó la hora decisiva de aprobar el Presupuesto General de la Nación para el próximo año. Frente a este desafío, no queda más que formular votos para que diputados y senadores actúen razonablemente, con cordura, sensatez y responsabilidad. Deben entender estos políticos que sus privilegios son ya inaceptables.

Hacemos un llamado a sus conciencias. Que diputados y senadores sean capaces de entender que es obscena la intención de adjudicarse un aumento de sus ingresos que sería tratado en la fecha en la sesión extraordinaria de la Cámara Alta. La Comisión de Hacienda y Presupuesto, así como la de Cuentas y Control, de la Cámara de Senadores sesionaron de forma reservada a pedido del senador y líder de la bancada de Honor Colorado, Natalicio Chase y dictaminaron a favor del autoaumento. De ser aprobado el aumento, el salario mensual de los parlamentarios ascenderá a 37.774.840 de guaraníes, de aprobarse el aumento será de G. 5 millones para 2025.

De esta reunión secreta salió la idea de repartir en los rubros de dieta y gastos de representación con las propuestas de aumentos que provenían de la Bicameral: Seguro médico vip de G. 1.100.000 y de Diputados los cupos de combustible de G. 5.000.000.

Sin embargo, quienes deberían representar los intereses de sus electores, de la ciudadanía, desconocen las verdaderas condiciones en las que vive el pueblo, las carencias de salud, de medicamentos y camas de UTI en los hospitales, la falta de empleo digno y seguridad.

Mientras los miembros del Congreso se autoaumentan arbitrariamente sus salarios mensuales, la clase trabajadora paraguaya apenas tuvo este año un aumento de G. 107.000. Un trabajador percibe G. 2.798.309 y un legislador G. 32.774.840. Y terrible ironía, el salario del legislador se sostiene con los impuestos que pagan los trabajadores. Y mientras estudiantes y trabajadores seguirán soportando el pésimo servicio del transporte público, nuestras autoridades podrán volver a hacer vuelos en primera clase.

Es hora de que el Congreso deje de despilfarrar los recursos del Estado para sostener sus escandalosos privilegios, por eso, les instamos a que tomen decisiones con responsabilidad y madurez y pensando en el bienestar de todos los paraguayos.

El Gobierno debe ser más responsable con la administración de los recursos públicos y establecer prioridades, primero las necesidades de la gente y después los privilegios y lujos de los funcionarios.

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