Atalayas. Erigidas en una de las colinas de Asunción, las escalinatas que dan a las calles Antequera y Manuel Domínguez reflejan una parte de lo que pudo haber sido una cara distinta de Asunción.
La obra, ya casi centenaria, fue llevada adelante por el intendente de Asunción Miguel Ángel Alfaro, único arquitecto en ocupar el puesto.
El arquitecto Carlos Zárate, docente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte (FADA-UNA), explicó que las escalinatas forman parte de un proyecto más amplio de Alfaro que ocupó el cargo entre 1924 y 1927.
Tenía como finalidad la intervención de varias colinas de la capital con escalinatas. Formaba parte de un proyecto mayor, que buscaba cambiar la imagen de Asunción.
Antes de la construcción de las obras, en los días de gran lluvia la pendiente formaba un gran raudal. Con el aterrazamiento para las escalinatas se redujo la fuerza del agua, le dio una revalorización al lugar e inició el proyecto que finalmente no fue continuado, explicó Zárate.
La escalinata y el monumento a Antequera fueron inaugurados en 1928. Representan un homenaje al líder de los comuneros. La escultura que corona el monumento es una victoria alada con fascio bajo el brazo. El creador de la obra fue el escultor Luis Perlotti.
Alfaro incluso tenía la idea de expropiar los terrenos que hoy ocupan un edificio y un club deportivo en el sitio.
“Hay que entender que, cada minuto que pasa, ese lugar vale más para la ciudad. Forma parte de un proyecto muy ambicioso que no se logró concretar, pero que empezó”, puntualizó Zárate.
Planteamiento. El arquitecto mencionó que ya no se pueden recuperar los terrenos que lindan con ambas escalinatas. Sin embargo, se puede completar la labor de convertir el sitio en un lugar que tenga un atractivo.
“No hay mucho atractivo más allá de la singularidad de que sea una escalinata. Le falta un proyecto de restauración a ese lugar”, puntualizó el docente, magíster en restauración y conservación de bienes arquitectónicos y monumentales.
Según dijo, las diferentes administraciones municipales hablaron de restauración del espacio. Sin embargo, lo que hacen cada cierto tiempo son reparaciones. “Un proyecto de restauración implica devolverle la textura de piso que tenía y que no es la actual. Hay árboles que crecieron (en la escalinata Antequera) donde no estaba previsto, en esos jardines rectangulares que están a los costados”.
Algún día debería hacerse un proyecto, el cual no estará exento de polémica, vaticinó. Señaló que deberán tocarse los árboles que mencionó. Sin embargo, se volverá a tener la imagen original de esa parte.
Una iluminación acorde a este tipo de monumentos y a la utilizada en este siglo es otro planteamiento del arquitecto.
Aunque se realizaron algunos trabajos en la que da sobre Manuel Domínguez todavía quedan cosas por resolver, como por ejemplo el problema de humedad en sus paredes.
Al trabajo que debe realizarse, también debe sumarse una agenda de actividades. “Darle eso es importantísimo. Como se hizo en su momento con la peatonal de Luque y que se mantuvo porque los vecinos generaron las actividades”. Recalcó que dicha responsabilidad no solo debe ser de los vecinos. La misma Municipalidad debe hacerlo.
Improvisada cancha nocturna de fútbol de universitarios una noche cualquiera. Espacio para una breve siesta en el ajetreo diario. Atalaya que acaricia el viento que llega desde el río. Un atajo con sombras e historias. Las escalinatas de Antequera y Manuel Domínguez, símbolos de una ciudad que se eleva rumbo a sus 500 años.