En declaraciones realizadas a la prensa recientemente, uno de los negociadores paraguayos señaló que se observa buena voluntad de parte del Gobierno brasileño, refiriéndose a la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú.
Sin embargo, habría que recordarles a todos los integrantes del equipo negociador de nuestro país que sus pares brasileños no llevarán a la mesa de negociación la buena voluntad, sino los intereses del Brasil.
Itaipú es una empresa binacional en la que se conjugan las aspiraciones de los dos países involucrados.
No cabe duda que el Brasil defenderá las suyas y buscando los mayores beneficios. A sus representantes, el país les pedirá cuentas sobre su gestión y ellos deberán rendir los mejores resultados posibles.
Ellos no podrán salir a decir que no lograron mejores resultados para el Brasil porque decidieron tener buena voluntad para con el país vecino.
Por otro lado, el equipo paraguayo debe ser consciente de que, aunque existiere una predisposición amigable por parte del Brasil, sin una buena propuesta, sin estrategia y sin preparación de nuestros representantes difícilmente podremos salir airosos de este gran desafío.
Lastimosamente ya empezamos mal al no incluir en el equipo a personas que, además de su capacidad técnica, tengan una ética incuestionable. Algunos de los integrantes no tienen la idoneidad ni la preparación suficiente para estar allí, otros tienen un pasado cuestionable, no solo en términos de su honestidad, sino también de su compromiso con el país.
Una gran parte de los que van a representar nuestros intereses han estado en la función pública por años en cargos de alta jerarquía, sin que su gestión se haya traducido en cambios relevantes. Es más, casi ninguno de ellos es reconocido por haber dejado huellas en pos del bienestar de la ciudadanía o del desarrollo del país.
De los que están, pocos llenan al menos las tres condiciones mínimas con que debieran contar, que son la capacidad e idoneidad técnica, ética y resultados en la gestión. Una cuarta condición irrenunciable es la de negociador.
La capacidad de negociación es innata en una parte, pero otra parte se aprende. Nadie puede ir a sentarse a una mesa de negociación sin conocer técnicas básicas, sobre todo en un escenario de expertos como es el caso del vecino país.
El Gobierno no fue capaz de conformar el equipo negociador con los mejores exponentes de este ámbito existentes en el país. Esperemos que el grupo de personas que asuman la difícil tarea de defender los intereses paraguayos logren al menos construir la mejor propuesta posible.
En definitiva, ser realistas sobre las fortalezas y debilidades que tenemos y sobre el contexto en el que se va a dar la revisión del acuerdo es el primer paso para enfrentar los desafíos en términos de propuesta, estrategia y equipo nacional.
Esperemos que en los próximos días, quienes lideran este proceso propongan al país un mecanismo de participación social, de transparencia y rendición de cuentas que permitan el acompañamiento ciudadano.