La escuela agrícola San Francisco, de la localidad de Cerrito, ofrece dos titulaciones a sus alumnos, la de Bachiller Técnico Agropecuario y la de Técnico en Hotelería y Turismo, pero uno de los propósitos fundamentales de esta institución es impulsar e inculcar en ellos el emprendedurismo. Para llegar a ese objetivo, los estudiantes cursan materias específicas como “la compañía”, “la cooperativa” y “márketing”, que les ayudan a despertar en ellos el espíritu emprendedor.
“El debate en los cursos, la investigación de mercado o la preparación de mezclas comerciales no son herramientas desconocidas para ellos y la elaboración y oferta de productos son casi una consecuencia natural de la formación de nuestros alumnos”, indica el profesor Hugo Florentín, director de esta institución, más conocida como Escuela Cerrito.
El docente alega que la piedra angular del bachillerato técnico de esta institución, ubicada en el km 46,5 de la ruta Transchaco, es dotar a sus estudiantes de las herramientas empresariales necesarias para empezar a ganar dinero inmediatamente después de la graduación, ya sea trabajando en una empresa o iniciando sus propios negocios.
Pero cuando en 2003 decidieron tomar la responsabilidad de dirigir la Escuela Cerrito y establecer el emprendedurismo como eje del aprendizaje, Florentín comenta que el mayor desafío fue cambiar la mentalidad de los docentes, no la de los alumnos, que se mostraban receptivos a recibir la nueva formación. “Estos aceptaron de inmediato el nuevo enfoque y demostraron que estaban listos para la nueva filosofía de ‘aprender haciendo, vendiendo, ganando y ahorrando’, de la que está impregnada cada una de las actividades de la escuela”, remarca el director.
VALORES. La autoconfianza, la disciplina, el pensamiento creativo, el trabajo en equipo, la responsabilidad son algunos de los atributos y valores que adquieren los estudiantes casi dentro de la escuela, según asevera su director, además de las habilidades técnicas insertas en la malla curricular.
“Convivir todos los días en un ambiente de ‘empresa en marcha’, en donde ellos son los principales protagonistas, hace que al cabo de tres años de estudios, el enfrentarse a la vida real empresarial después de graduarse, sea casi como un paso natural para ellos”, asevera el docente.
Florentín asegura que hay un antes y un después para los jóvenes que asisten a la Escuela Cerrito, pues aprender a ser emprendedores les ayuda a conocer el espíritu creativo que todos tienen incorporado, pero que no siempre pueden o saben cómo sacarlo a flote.
El director comenta que ayudan a los estudiantes de ambos sexos a conocer al emprendedor que todos llevan dentro y a utilizarlo para crear bienes y servicios necesarios para un mercado siempre en creciente demanda.