Parte de este sector fue construido por una ONG estadounidense, dijo la profesional. “Nosotros no tenemos ayuda del Estado. Ni del Ministerio de Educación, jamás. Nada”, dijo otra de las docentes consultadas por ÚH.
Los niños tampoco tienen un parque en donde jugar.
Los muebles de esta escuela, además, necesitan renovarse. Algunos ya fueron afectados por las termitas.
Existe, por otro lado, todo un sector sin energía eléctrica. Los niños deben dar clases afuera o utilizar la sala del comedor durante la mañana. “Hay cosas que tenemos que explicar únicamente en pizarra. (...) Yo me voy en el comedor porque ahí por lo menos hay una pizarra”, dijo una de las profesoras.
Más necesidades. Ingresando a la escuela 215 Emilio Ferreira, de Trinidad, se puede observar el deterioro en las murallas, en las veredas, y la acumulación de agua en el espacio de la pista principal. Según la directora, Rocío Amarilla, el agua se llena durante las lluvias, razón por la que se requiere de un tinglado, además de una rampa para realizar el transporte de los alimentos al comedor.
En esta escuela también falta mobiliario. Alumnos del octavo grado no cuentan con sillas suficientes, por lo que deben salir todos los días de su aula para ir a buscarlas. Ya hubo una distribución de sillas y mesas gracias al Fonacide en 2021, de acuerdo con la directora. Pero parte de esos mobiliarios, en menos de 5 años, ya se deterioraron y obligaron a los docentes a solicitar reparaciones.
Las carencias también tocan a los alumnos de la Escuela Básica 5 Gral. Eduvigis Díaz, en Chile y Milano. Una de las murallas está a punto de derrumbarse, y hay sillas y mesas (también proveídas por la Municipalidad) destrozadas. Tampoco hay comedor. Los niños almuerzan en las aulas.
El sitio no es atendido por el MEC, lo cual empujó a los padres a costear el trabajo de un carpintero para reparar las mesitas de una de las aulas.
En esta escuela, además, ya se registraron asaltos. “Anoche (el miércoles) tuvimos visita de los ladrones, que nos robaron todo nuestro alambre de cobre de los aires”, dijo Gladys Riveros, vicedirectora.
La profesional incluso añadió que se debe adelantar el horario de salida de los alumnos, atendiendo al peligro que se corre durante la noche.
Otra escuela con necesidades es la 263 Mauricio José Troche, en Zeballos Cué. Aquí hacen falta baños nuevos, tinglado, reparación de murallas y veredas, y la renovación de la instalación eléctrica.
La directora, Alba Marina Agüero, informó que el lugar ya fue visitado por representantes del Fonacide. “Estuvieron midiendo. Pensábamos que íbamos a tener ya el tinglado el año pasado”, dijo, al indicar que las visitas se hicieron a lo largo del 2024.
Los baños precisan de una pronta intervención atendiendo a que existe un problema de circulación del agua, ocasionado, en parte, por las raíces de los árboles que se mezclan con las cañerías. Roxana Solís, psicopedagoga del nivel inicial, contó que, en ocasiones, los padres de los alumnos se ocupan de limpiar los baños, atendiendo a que las cañerías suelen trancarse.
Fueron también los padres quienes colaboraron para levantar una parte del muro, ubicado al costado de la cancha de la escuela. Cabe resaltar que aquí también hay muros con riesgo de derrumbe.