La educación se situó como uno de los grandes desafíos ante la llegada de la pandemia del Covid-19 en todo el mundo. Es por ello que el educador chileno y especialista en gestión y liderazgo escolar, Miguel Rivera, habla del fin de la escuela de origen industrial o en su modelo tradicional.
El profesional manifestó su postura en un escrito bajo el título ¿El fin de la escuela?, y en contacto con Monumental 1080 AM explicó su punto de vista ante la situación actual de la educación.
“La pandemia vino a acelerar o a poner en una lápida a este tipo de escuela industrial y enseñanza, incluso a la estructura de la sala clase, donde los estudiantes están ordenados y mirando al profesor”, dijo.
Rivera argumentó que este escenario ya se anunciaba en 1965 en EEUU, donde el sociólogo James Coleman publicó un informe sobre igualdad de oportunidades educativas y afirmaba que la escuela aportaba poco al aprendizaje de sus estudiantes (no más del 10%) y que los resultados académicos se explicaban por el origen social y económico de las familias.
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“Con este estudio ya se transmitía que los estudiantes aprendían más por fuera y hoy en día se puede ver que el conocimiento está al alcance de todos en internet. Con la pandemia pudimos ver que la educación no necesita una escuela, y que el aprendizaje no necesita un aula”, agregó.
El especialista señaló que en este tiempo se dio una metamorfosis de la escuela, por lo que es necesario reconocer que la escuela en su modelo tradicional, en la que generaciones anteriores se formaron, hoy ya no sirve.
“Anteriormente el maestro era un transmisor de conocimientos, pero hoy este modelo ya no sirve y lo que generamos es aburrimiento en el estudiante y lo condenamos a una vida mediocre”, sostuvo.
Revisar las prácticas
Ante esta situación, Rivera sugirió que es necesario revisar las prácticas y experiencias y con base en ello ir transformando una nueva escuela.
A su criterio, en la actualidad, el educador debe ser un constructor de ambientes de aprendizaje, diseñador de situaciones desafiantes (retos, problemas), articulador y negociador de acuerdos, mediador de conflictos, facilitador de experiencias (proyectos), formador en habilidades sociales y especialista en conversaciones expansivas.
En otro aspecto, el educador reconoció que la escuela en su ambiente natural también ofrece una dimensión necesaria para el aprendizaje, donde los alumnos aprenden valores y tareas colectivas que se constituyen como un elemento socializador entre los estudiantes.
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“Si en la escuela no aprendí a compartir, a debatir puedo tener muchos conocimientos, pero mucho no me servirá (…). Hoy se debe aprender con los problemas reales de la sociedad”, señaló.
El especialista plantea en su escrito que la disyuntiva hoy está en hacer congruente y compatible una escuela que pueda dar una respuesta educativa para los estudiantes y este nuevo escenario la gran responsabilidad en directores y educadores, porque las diferencias sociales se agudizan y exacerban.
“La escuela no cambia la situación sanitaria o política del país, pero tiene el deber de garantizar la continuidad del aprendizaje para no agudizar en el futuro las diferencias y segregación. En esta realidad, la colaboración entre los líderes escolares es vital”, sugiere.