Le falta una pierna, pero igual se lanzó al camino para cumplir —como lo hace desde hace seis años— con su compromiso con la Virgen Madre. Solo, bajo el cálido sol de la mañana de ayer, partió desde el puesto de peaje de Ypacaraí rumbo a la Basílica Menor.
A Jorge Luis González, de 27 años, se lo veía andar con buen ritmo, aunque balanceándose debido a la ausencia de una de sus piernas. En su lugar, llevaba una improvisada prótesis.
Vive en Fernando de la Mora, Zona Sur, pero es de San Pedro del Ycuamandiyú. Cuenta que sufrió un accidente de niño al resbalar de un colectivo. Desde los seis años de edad tenía que usar muletas por la pérdida de su pierna izquierda.
Hace seis años —comenta— va cada año a la Casa de la Virgen a pedirle una pierna ortopédica que le permita desenvolverse mejor. En este momento, no está trabajando porque el implante que lleva es rígido y no puede articular para cumplir las tareas laborales.
“Este es de pilón, yo le puse una madera para caminar. Y ahora necesito otro, porque no puedo trabajar con este. Me peló todo y no puedo trabajar”, relató al comentar que le toma al menos ocho horas llegar hasta el Santuario.
Ya se anotó —dijo— en el Instituto Nacional de Protección a Personas Excepcionales (Inpro), pero hasta ahora no le salió el artefacto cuyo costo ronda entre los G. 2 y 4 millones, según estima.
“Antes trabajaba en Doña Chipa. Ellos me pagaron toda la operación para tener otra prótesis, pero ahora ya no estoy más ahí”, contó al referir que cada año va a pedirle a la Virgen una prótesis nueva. “No logro eso y necesito otro”, indicó.
Jorge siempre va ligero de equipaje al encuentro con la santa patrona. Y avisa que se va a quedar hasta la misa del domingo 8.