En el Instituto Superior de Educación Policial (Isepol), en un evento que tuvo dos partes, el ministro del Interior, Enrique Riera, en representación del Estado paraguayo pidió disculpas públicas por las violaciones de derechos humanos.
Primero, las disculpas fueron dirigidas a los familiares de Eulalio Blanco, campesino que fue ejecutado por un agente policial en medio de la represión a una manifestación de productores de cedrón en San Pedro, en 2003.
En la segunda parte del acto, Riera dirigió las disculpas públicas al dirigente Ernesto Benítez por la tortura que sufrió a manos de la Policía en 2003, tras su arresto en una manifestación.
Primeramente, Riera se dirigió a doña Florentina, viuda de Blanco, reconociendo que con el pedido de disculpas “no se pueden reestablecer las cosas a su estado anterior”, “porque no le podremos devolver la vida que arbitrariamente le fue arrebata a Eulalio Blanco”.
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Sin embargo, espera que este acto “contribuya a la reparación moral”. “Públicamente en nombre del Estado paraguayo le ofrezco disculpas por la irreparable pérdida”, siguió.
Luego, en memoria de Eulalio, dedicaron un minuto de silencio y luego hicieron sonar las trompetas.
“Quisiera terminar diciendo que este acto, donde encuentro muchos amigos, no es absolutamente imparcial para mí; al contrario, me genera una profunda emoción”, añadió.
Seguidamente, Agripino Agüero, en representación de familiares de don Eulalio, dirigió algunas palabras a las autoridades.
“Hace 21 años que le mataron a Eulalio Blanco, muchos ya olvidaron y otros ni saben quién fue Eulalio”, comenzó, y luego lo recordó como un hombre trabajador que lo asesinaron por salir a reclamar sus derechos.
“Que nunca vuelva a pasar una situación similar. Un delincuente criminal disfrazado de policía no es policía”, reprochó.
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Nuevamente, Riera dedicó algunas palabras, pero ya dirigidas a Ernesto Benítez.
“Las circunstancias del destino hicieron que sea yo quien tenga el honor de dirigir estas palabras en representación del Estado paraguayo”, dijo y lamentó “no haber reaccionado mucho antes”.
“Ojalá nunca más haya demandas contra el Estado paraguayo y que hoy estemos aquí no es casualidad”, sostuvo y dijo que las represiones en la época de la dictadura “eran explicables”, pero son inaceptables en democracia.
Los hechos reconocidos corresponden a la represión policial en junio de 2003 en Tava Guaraní, Departamento de San Pedro, donde Blanco falleció y Benítez fue sometido a torturas.