Los cables, publicados por la organización Archivo Nacional de Seguridad (NSA, en inglés), señalan que el entonces embajador estadounidense en Buenos Aires, Robert Hill, fue una figura central de la implicación estadounidense y estuvo en contacto con los golpistas desde inicios de ese año.
En concreto, Hill recibió al golpista Emilio Eduardo Massera, uno de los líderes de la Junta Militar de Videla.
Los documentos también indican que Hill elaboró un informe con los planes de los golpistas para el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, a mediados de febrero, un mes antes del golpe del 24 de marzo.
El subsecretario de Estado William D. Rogers fue el encargado de informar a Kissinger sobre el contenido del informe enviado por Hill, llamado “Posible golpe en Argentina”.
“Es de esperar que (el gobierno militar) sea amistoso con Estados Unidos. Sin embargo, al intensificar la lucha contra la guerrilla, es casi seguro que un gobierno militar argentino incurrirá en violaciones de derechos humanos que generen críticas internacionales”, dijo Rogers según los cables desclasificados.
“Esto -agregó- podría llevar a presiones públicas y del Congreso de Estados Unidos que complicarían nuestras relaciones con el nuevo régimen”.
Otro de los 14 documentos desclasificados señala que funcionarios en el Departamento de Estado de Kissinger describieron los planes de los golpistas como un “gobierno militar durante un período prolongado y de una severidad sin precedentes”.
También que Washington había comunicado “con discreción” a los militares que Estados Unidos reconocería el nuevo régimen.
Los documentos, asimismo, revelan que los militares intentaron contactar directamente con Kissinger, algo que Hill frenó.
“Tal reunión, si llegara a ser de conocimiento público, podría malinterpretarse en detrimento de los propios oficiales y del secretario Kissinger”, indicó Hill.
El embajador también aseguró que “la embajada ya ha indicado discretamente y a través de terceros a los militares que el Gobierno de los Estados Unidos reconocerá un nuevo Gobierno en Argentina”.
Los documentos también revelan que el entonces recién retirado director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), Daniel O. Graham, que también había sido subdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), aterrizó en Buenos Aires 12 días antes del golpe acompañado del entonces senador republicano Jesse Helms.
Según un cable del FBI, Videla buscaba recomendaciones de Graham para manejar “el aspecto de las relaciones públicas”.
El embajador Hill, sin embargo, interceptó a los estadounidenses y les invitó a abandonar el país.
“Podría haber sido extremadamente vergonzoso como mínimo y, como mucho, muy perjudicial para nuestras relaciones”, indicó Hill.
El propio embajador estadounidense decidió abandonar Argentina el 17 de marzo, una semana antes del golpe, para evitar que le vincularan con el alzamiento: “El hecho de que esté fuera del país cuando el golpe realmente suceda sería, creo, un hecho a nuestro favor que indique la no participación de la embajada y el Gobierno de los Estados Unidos”.
Otro de los cables diplomáticos revela una comunicación de Hill con el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de la Casa Blanca en la víspera del golpe instándole a estar preparado para entrar en contacto con los militares.
“El hecho de que Argentina ciertamente necesita a Estados Unidos tanto como nosotros la necesitamos a ella, (eventualmente) probablemente volverá a la normalidad política con una necesidad desesperada de inversión. Estados Unidos puede esperar ser el primer país al que acudirán los argentinos”, indicó. EFE