Sin embargo, las principales amenazas para la conservación son la deforestación, la fragmentación y la degradación de los bosques. Así lo resume el biólogo, máster en bosques y medios de vida Raúl Rivarola.
La pérdida de cobertura forestal solo en la Región Oriental llegó al 80%, según datos técnicos de Rivarola. “Desapareció principalmente por dos cosas: la plantación de monocultivos de commodities para exportar, como la soja, y las pasturas de las grandes estancias. El Chaco va hacia un camino parecido”, manifestó.
impacto. Con los constantes cambios de uso de suelo, explica, los bosques quedan como pequeñas islas y esto hace que se pierda la conexión del flujo genético entre los seres vivos que la habitan, por lo que se vuelven más propensos a extinguirse.
Además, estas islas van degradándose por varios otros procesos, indica. Entre los que más preocupa está el efecto de borde de bosque. “Justo donde termina el sojal y comienza un bosquecito relictual, hacen falta más de 100 metros para que puedan habitar algunas plantas y animales. Si no son lo suficientemente grandes, se van a extinguir tarde o temprano”, indicó.
Los bosques ofrecen regulación del clima, señala a su vez el consultor ambiental Luis Recalde. Y para que puedan mantenerse sanos y a largo plazo, afirma que necesitan conservar toda su comunidad de diversas especies de árboles y animales.
Los demás ecosistemas, como los humedales, los matorrales y las sabanas, el karanda’yty y el jata’ity, por ejemplo, uno para cada región del país, también sufren cambios de uso de suelo, y volviéndose monocultivos de pasturas implantadas o arrozales, señala Rivarola. “Por dar un ejemplo: el famoso guavirami, cuya cáscara se ha usado tradicionalmente para aromatizar a la caña, se encuentra creciendo solamente en los campos cerrados, los cuales están desapareciendo y convirtiéndose en cultivos, o degradándose por culpa del ingreso de los pastos africanos exóticos agresivos, que fueron traídos por la ganadería latifundista, que ahogan a todas las demás plantas y forman desiertos verdes”, explicó.
APUNTAR A LA DIVERSIDAD. Para Rivarola, la agricultura familiar campesina, así como la diversificada de los minifundistas, no solo aumenta la resiliencia como país al proveer de todos los alimentos necesarios, sin la necesidad de una alta exportación de frutas y verduras. También son sistemas mucho más amigables con la naturaleza y la sociedad. Bajo este sistema solo el 10% de las tierras agrícolas están siendo explotadas. “Más del 90% son tierras vinculadas a la agroindustria y el agronegocio exportador, mecanizadas y envenenadas con agrotóxicos”.
Agrega que: “Haber destruido más del 80% del bosque de la Región Oriental para exportar soja a países que la usan para engordar animales y abaratar los costos de la carne, y para exportar carne, no parece ser una opción demasiado sostenible al mediano o largo plazo. Da vergüenza haber perdido todo ese bosque, con toda la riqueza, para engordar chanchos de otros países”.
PARQUES. Las áreas silvestres protegidas también juegan un papel importante para la conservación de las especies, pero sobre estas también existen varias presiones. El cultivo de marihuana dentro de parques nacionales y el rollo tráfico son los principales. También la caza furtiva, según Darío Mandelburger, director de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente (Mades)
A ello se le suma la falta de protección jurídica, ya que varias hectáreas aún no están tituladas a nombre del ente ambiental; por ello, Recalde considera que esta también es una importante amenaza.
A nivel nacional existen 2.446.769 hectáreas declaradas como áreas protegidas. Para su custodia el Mades solo cuenta con 57 guardaparques.