Entre salto y salto, uno que otro antílope de la India se dejó captar por las cámaras de Última Hora. El animal de llamativos cuernos ondulados en forma V, posó para algunas tomas. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con el esbelto ciervo de axis, al que se lo esperaba ver. Se mantuvo escondido ante la presencia de los humanos.
Al igual que estos animales exóticos también fueron vistos andar libres a ñandúes (avestruces) y manadas de tañy katî (tayassu pecari o pecarí barbiblanco) en la estancia Picaflor, situada en San José de los Arroyos, del Departamento de Caaguazú.
Este establecimiento alberga a estas especies y otras más dentro de su campo natural y potreros, donde también hay el yacaré (caimán), carpincho, lobo-pé (nutria o lontra longicaudis), venado y otros.
A estos se suman las vacas, que son del principal rubro de la estancia Picaflor, desde hace 65 años. Es decir, toda esta fauna nativa y exótica convive con el ganado, que son para la producción.
Raúl Hoeckle, el dueño del establecimiento, dijo que peleó mucho con la entonces Secretaría del Ambiente (SEAM) –ahora Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades)– para lograr que convivan todos los animales en su propiedad de 1.700 hectáreas.
“Son reservas para los animales. No solamente para ellos, sino también para las vacas, con las que conviven. Acá no hay separación y SEAM siempre nos dijo que no íbamos a poder”, agregó.
La estancia Picaflor desde sus inicios, a finales de los 50, empezó con una reducida cantidad de animales autóctonos.
Los primeros 20 antílopes y 20 ciervos llegaron a San José de los Arroyos años más tarde, recién en 2010, tras ser importados con permiso de la cartera ambiental. “Ahora ya son más de 1.000", señaló el propietario.
Su hijo, Christian Hoeckle, quien acompañó en el recorrido por la estancia a su padre, mencionó que toda la propiedad se convirtió en el hábitat de los animales.
En un momento, el dueño también invitó a conocer uno de los lagos de la estancia, donde nadan más de 15 tipos de peces.
“Le voy a dar de comer y miren un poco”, instruyó Raúl Hoeckle, quien se trasladó hasta un muelle de madera, abrió un paquete de alimento y los lanzó al agua. Enseguida lo ayudó su hijo. De repente los peces se agolparon para comer, causando como un efecto de hervor en el lago.
Padre e hijo citaron que habían especies características del país, de Suramérica y hasta de aguas marinas.
Hablaron del dorado, que se encuentra comúnmente en los ríos Paraná y Paraguay; al igual que del pacú, la tilapia y salmones, que son más de aguas marinas. También mencionaron al pirarara, procedente de las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco y peculiar por su gran tamaño.
Christian Hoeckle relató que hoy por hoy, incluso, bandadas de aves migratorias visitan el lugar. “La vez pasada vimos flamencos y también un pájaro que se llama (garza) pico de espátula, que también tiene un pico rosado, así como el flamenco. Son pájaros que migran de Norteamérica”, expresó.
La estancia Picaflor es considerada un establecimiento modelo de producción agropecuaria de cría de ganado en el sector de la ganadería.
El sábado último se realizó en el predio un evento, que tuvo una importante participación de productores nacionales de pequeños, medianos y grandes establecimientos pecuarios en Paraguay, donde se habló sobre la nutrición del ganado bovino con una nueva tecnología de alimentos con proteínas.
El sitio está dividido por sectores de área natural y potreros destinados para el ganado.
No obstante, los animales nativos y exóticos se desplazan libremente en todas las dimensiones del terreno.