Según las autoridades colombianas, estos animales representan un riesgo para la salud pública y, por eso, han iniciado una campaña de esterilización.
Los hipopótamos viven en Antioquia, en el rancho abandonado del narcotraficante abatido en 1993, Pablo Escobar, quien había trasladado a varios animales a su hacienda en Nápoles, cerca del río Magdalena.
Tras su muerte, la Dirección Nacional de Estupefacientes colombiana incautó los bienes de Escobar y entregó los animales a otros zoológicos, pero a los hipopótamos los dejaron allí, publica BBC Mundo.
El clima tropical de Colombia y su rica vegetación facilitaron una amplia descendencia de los dos hipopótamos originales, ya que actualmente ascendieron a 60 la cantidad de animales, según estimaciones.