26 abr. 2025

Esther Ballestrino, la química con raíces paraguayas que marcó la vida del papa Francisco

La química Esther Ballestrino, cuyas raíces son paraguayas y se formó en el país, representó una figura fundamental en el despertar político del papa Francisco, quien la recordaba como una “mujer extraordinaria”. Ya como “el Papa de los pobres”, conservaba en su estudio en la Casa de Santa Marta un retrato de ella, un testimonio del profundo impacto que tuvo en su vida.

Esther Ballestrino

¿Quién fue Esther Ballestrino para el papa Francisco?

Foto: Gentileza/BBC

Tres años antes de empezar su camino religioso en el seminario, Jorge Mario Bergoglio, de 16 años, conoció a una mujer que dejó una huella imborrable en su vida y que la mantuvo presente hasta sus últimos días.

Aquella figura clave para la vida del papa Francisco era la química Esther Ballestrino, de padre uruguayo y madre paraguaya, quien tenía la tarea de verificar los resultados que le entregaban los jóvenes técnicos; uno de ellos era Bergoglio.

Si bien algunas publicaciones atribuyen que nació en Paraguay, su hermana aclaró en un documental que su nacimiento se produjo en el Uruguay, pero luego se mudaron Paraguay, donde creció y se formó. De hecho, Esther Ballestrino se sentía paraguaya.

Ballestrino y Bergoglio se conocieron en 1953, en Buenos Aires, en el laboratorio Hickethier-Bachmann, donde Esther era la jefa.

Tras la muerte del Santo Padre, el medio británico BCC construyó parte de la vida de la mujer que inspiró las posturas y decisiones políticas del papa Francisco, antes de ser desaparecida por la dictadura argentina.

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En su autobiografía Esperanza, Francisco comparte una experiencia laboral que tuvo con Esther en el laboratorio, donde ella lo ayudó a comprender la “cultura del trabajo” y que el rigor es un requisito imprescindible para hacer bien las tareas.

Le enseñó al Papa a pensar en política

“Pero aquella gran mujer hizo mucho más: Me enseñó a pensar. Me refiero a pensar la política”, afirmó el Papa en su autobiografía.

En 1953, el matrimonio estadounidense formado por Julius y Ethel Rosenberg fue condenado a la silla eléctrica acusado de entregar secretos nucleares a la Unión Soviética en plena Guerra Fría.

La ejecución de los Rosenberg marcó un hito sombrío en el mundo: Por primera vez, civiles eran condenados a muerte por espionaje en la historia de los Estados Unidos.

Ese hecho fue uno de los primeros temas de debate que el Papa tuvo con Esther, “que me lo contaba y me daba su versión de activista”, describió en el libro.

Según el material que recoge el medio británico, Esther le invitaba a leer y discutir las ideas que no compartían.

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Para Francisco, Esther “era una mujer respetuosa, en absoluto fanática, dotada de un gran sentido del humor”.

El Santo Padre se crió en una familia antiperonista, simpatizante de la Unión Cívica Radical (UCR), partido político socialdemocráta enfrentando con el peronismo.

Su “bautismo político” se dio cuando defendió fervientemente a los pobres durante una discusión que tuvo con su tío Guillermo, un empresario antiperonista.

Activista, comunista y paraguaya

Escarbando en la vida de Esther, la BBC conversó con Ana María Careaga, de 64 años, la menor de sus tres hijas, quien retrata a su madre como “una de las pocas mujeres en la universidad; una mujer de avanzada para su época”.

Ballestrino nació en 1918 en Fray Bentos, en Uruguay, de la unión de sus padres, un uruguayo y una paraguaya. Sin embargo, Esther “siempre se sintió paraguaya”.

Luego de vivir los primeros años de su vida en Uruguay, su familia se mudó a Encarnación y más tarde a Asunción, donde se graduó en Ciencias Químicas y se acercó a las ideas de izquierda.

Se inició en el Partido Revolucionario Febrerista, formó la rama femenina del partido y fue una de las fundadoras de la Unión Democrática de Mujeres de Paraguay.

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En el 1947, Esther se exilió en Argentina debido a la persecución política del régimen militar de Higinio Morínigo (1940-1948), donde otros líderes y militantes también fueron expulsados del país.

En tierras argentinas, se casó con el caaguaceño Raimundo Careaga, dirigente del movimiento febrerista y exiliado en Argentina, y tuvieron a Ester, Mabel y Ana María.

Pese al exilio, Esther ingresaba clandestinamente al país que tanto amó “para formar cuadros políticos y participar de reuniones mientras estaba exiliada en Argentina”, según cuenta su hija.

Ana María sostiene que “la personalidad de mi madre debe haber contribuido a ese lazo tan fuerte que hubo entre ellos”.

Siendo el Sumo Pontífice, Jorge Bergoglio tenía un retrato de Esther en su despacho en la Casa de Santa Marta.

Lucha contra el régimen militar en Argentina

Cuando Esther Ballestrino perdió a su hija Ana María, quien fue llevada por la dictadura militar de Jorge Rafael Videla en 1977, se organizó con otras madres para recorrer cárceles, cuarteles y comisarías en busca de sus hijos. Fueron las primera Madres de Plaza de Mayo.

El 30 de setiembre de 1977, su hija Ana María quedó en libertad, con casi siete meses de embarazo.

Sacó a sus hijas de Argentina, pero Esther y Raimundo se quedaron para seguir luchando contra la represión que le costó la vida.

En medio de esa persecución dictatorial, Esther llamó a su viejo amigo, el sacerdote Bergoglio, para pedirle la extremaunción para su suegra.

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La llamada llamó la atención del futuro Papa, porque el matrimonio no era creyente. Al llegar a su casa, Francisco entendió que la extremaunción fue un pretexto. Pidió su ayuda para esconder libros políticos “porque estaba siendo vigilada”.

Desaparición y asesinato

Esther fue una de las 12 personas secuestradas por militares integrantes del Grupo de Tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) el 8 de diciembre de 1977, a la salida de la Iglesia de la Santa Cruz en Buenos Aires.

Tenía 59 años cuando fue vista por última vez por sus familiares.

Esther y las otras 11 personas fueron llevadas al centro de detención y torturas más grande de Argentina: La ESMA. Días después fueron lanzados vivos al mar desde aviones militares, lo hoy en día se conoce como “los vuelos de la muerte”.

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Sus restos y los de otros desparecidos fueron encontrados el 20 de diciembre en las costas argentinas del Atlántico. Fueron enterrados como NN (ningún nombre) en el cementerio municipal de General Lavalle.

Tres décadas después, a mediados del 2005, un equipo de antropólogos identificó los restos de Esther tras una exhumación de los cuerpos enterrados.

Cuando el Papa visitó Paraguay en el 2015, Ana María compartió un encuentro con el viejo amigo de su madre.

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