Los registros históricos indican que el periodo estuvo marcado por avistamientos extraños en el cielo, temperaturas inusualmente bajas y hambruna generalizada, y un nuevo estudio sugiere que la causa pudo haber sido una erupción volcánica en Alaska.
La investigación fue publicada el lunes en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Un equipo internacional de científicos e historiadores utilizó un análisis de cenizas volcánicas (tefra) encontradas en núcleos de hielo del Ártico para vincular el inexplicado periodo de clima extremo en el Mediterráneo con la erupción del volcán Okmok de Alaska, en el 43 a.C.
“Encontrar pruebas de que un volcán al otro lado de la Tierra entró en erupción y contribuyó efectivamente a la desaparición de los romanos y los egipcios y al surgimiento del Imperio Romano es fascinante”, dijo el autor principal del estudio, Joe McConnell, del Instituto de Investigación del Desierto (DRI) en Reno, estado de Nevada.
El advenimiento del Imperio Romano también puso fin a la dinastía de los Ptolomeos, la última de los faraones egipcios.
“Ciertamente muestra cuán interconectado estaba el mundo incluso hace 2.000 años”, agregó McConnell.
Él y el suizo Michael Sigl comenzaron a investigar el asunto cuando encontraron el año pasado una capa de ceniza en un buen y poco frecuente estado de conservación dentro de una muestra de núcleo de hielo.
Luego se realizaron nuevas mediciones en núcleos de hielo de Groenlandia y Rusia, algunos de los cuales fueron perforados en la década de 1990 y almacenados en archivos.
Entonces lograron distinguir dos erupciones distintas: un evento poderoso pero localizado y de corta duración a principios del año 45 a.C., seguido de un hecho mucho más extenso y extendido en el año 43 a.C., cuyas consecuencias duraron más de dos años.
Coincidencia perfecta
Los investigadores realizaron un análisis geoquímico en las muestras de cenizas encontradas en el hielo de la segunda erupción, y esas coincidieron perfectamente con el evento Okmok, una de las mayores erupciones de los últimos 2.500 años.
“La coincidencia de tefra no puede ser mejor”, dijo el vulcanólogo Gill Plunkett, de la Queen’s University de Belfast.
El equipo reunió más pruebas provenientes de otras partes del mundo, desde registros climáticos obtenidos a partir de anillos de árboles en Escandinavia hasta formaciones de cuevas en el noreste de China.
Estos datos se introdujeron en un modelo climático, que sugería que los dos años posteriores a la erupción fueron de los más fríos del hemisferio Norte en 2.500 años.
Las temperaturas con promedios estacionales pueden haber sido hasta siete grados Celsius (equivalente a 13 grados Fahrenheit) por debajo de lo normal durante el verano y el otoño después de la erupción, con precipitaciones otoñales que llegan hasta 400% del nivel normal en el sur de Europa.
“En la región Mediterránea, estas condiciones húmedas y extremadamente frías durante la primavera agrícola y las temporadas de otoño probablemente redujeron el rendimiento de los cultivos y agravaron los problemas de suministro durante las turbulencias políticas en curso en ese periodo”, dijo el arqueólogo clásico Andrew Wilson, de la Universidad de Oxford.
También coincidieron en el fracaso del Nilo para inundar las llanuras y las subsiguientes enfermedad y hambruna, agregó el historiador de la Universidad de Yale, Joe Manning.
Extraños avistamientos
La erupción también puede explicar fenómenos atmosféricos inusuales observados en los registros de la época, como halos solares, el Sol oscureciéndose en el cielo o tres soles que aparecen en el cielo, un fenómeno conocido como un “perro solar”.
Pero los autores agregaron que muchas de estas observaciones tuvieron lugar antes de la erupción de Alaska y podrían estar relacionadas con otra erupción, más pequeña, del monte Etna en el 44 a.C.
McConnell sostuvo que si bien muchos factores contribuyeron a la caída de la República Romana y el Reino Ptolemaico, la erupción del Okmok jugó un papel importante para su crisis y además ahora ayuda a llenar un vacío de conocimiento que había desconcertado a los historiadores.