“La UE condena firmemente esta decisión y lamenta profundamente el aislamiento internacional que se producirá. Pedimos que se revoque esta decisión”, dijo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en nombre de la UE.
Maduro dio el lunes un ultimátum de 72 horas a la diplomática portuguesa para que abandonara el país, en respuesta a nuevas sanciones europeas contra tres opositores disidentes y ocho funcionarios venezolanos por acciones contra la oposición.
Aunque la UE como bloque no reconoce a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, como sí hace medio centenar de países como EEUU y la mayoría de naciones europeas, las nuevas sanciones se ven como una señal de apoyo al opositor.
“¿Quiénes son ellos para tratar de imponerse con la amenaza? ¿Quiénes son? ¡Ya basta! Si no nos quieren, que se vayan”, dijo el lunes Maduro en un acto en el palacio presidencial en respuesta a las medidas europeas.
ULTIMÁTUM. El ex canciller español anunció a la prensa que convocarían inmediatamente a la embajadora venezolana ante la UE, Claudia Salerno, prometiendo que los europeos responderían con “reciprocidad” a la decisión.
Pese al ultimátum, la diplomacia europea aún no convocó a la embajadora venezolana en Bruselas, según fuentes periodísticas.
Pero la UE “no puede expulsar físicamente de un territorio a un embajador, ya que es una competencia de un país huésped”, dijo la vocera de la diplomacia europea, Virginie Battu. Salerno es embajadora en Bruselas ante la UE, Bélgica y Luxemburgo.
Los europeos podrían declararla así “persona no grata” en virtud de la Convención de Viena, agregó la portavoz de la diplomacia comunitaria, precisando que la UE y los países europeos conversan sobre las medidas a adoptar.
Una fuente del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) explicó que el canciller venezolano, Jorge Arreaza, llamó a la diplomática portuguesa, en Caracas desde 2017, para comunicarle la decisión y que trabajan para sacarla del país. Los 27 países miembros de la UE siempre defendieron su enfoque de no sancionar sectores económicos, como EEUU, para no empeorar la crisis humanitaria.