27 abr. 2025

Evitar la perjudicial politización de las ciencias en el Conacyt

Mientras en muchas naciones del mundo se apoya decididamente a los científicos e investigadores como requisito para desarrollar un país y ubicarlo entre los más avanzados, en el Paraguay se pretende dirigir un Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología con personas sin ninguna preparación en el campo, porque se tiene miedo de que las investigaciones afecten a los intereses de sectores dominantes. Este tipo de mentalidad es la que sigue ubicando al Paraguay como un país atrasado. El presidente de la República debe hacer caso al reclamo de los científicos e investigadores y debe vetar la terna de empresarios y sindicalistas para presidir el Conacyt, para elegir a alguien que realmente otorgue prestigio al país.

El nivel de formación académica y la mentalidad de los dirigentes y políticos de un país se perciben en las actitudes que asumen frente al desarrollo de las ciencias y la tecnología. Por poner ejemplos, un país como los Estados Unidos ha llegado muy lejos aportando mucho presupuesto y respaldo gubernamental a organismos como la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio) o respaldando iniciativas privadas como el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) para obtener grandes inventos, avances tecnológicos y científicos en diversos campos. También países vecinos como el Brasil y la Argentina invierten mucho en apoyar y desarrollar el trabajo de sus científicos e investigadores.

En el Paraguay, en cambio, la ciencia sigue siendo vista con temor o desprecio por sectores dirigentes poco ilustrados. Durante la dictadura stronista se coartaba o se perseguía a los investigadores. En épocas de democracia hubo avances como la creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en 1997, dependiente de la Presidencia de la República, para trabajar en las políticas nacionales y estrategias de ciencia, tecnología e innovación y de calidad, pero el presupuesto asignado al sector sigue siendo bajo en comparación con otros países y la importancia que se le da desde el Estado y ámbitos políticos es muy poca.

Un ejemplo bochornoso fue la manera en que el anterior presidente, Horacio Cartes, demoró más de un año en entregar el Premio Nacional de Ciencias 2016 a un grupo de investigadores médicos. Recién tras reiterados reclamos, se entregó en el 2018, conjuntamente con el Premio Nacional de Literatura 2017, en una ceremonia a puertas cerradas, a cargo del jefe de Gabinete de la Presidencia.

Ahora, un nuevo bochorno preocupa a los investigadores, ya que un sector de empresarios y políticos que controla por mayoría el Conacyt ha elegido una terna de candidatos a presidir el organismo, en donde no aparece un solo científico o investigador reconocido. Por el contrario: Eduardo Felippo, de la Unión Industrial Paraguaya; José Matto, de las centrales sindicales, y David Ocampos, de la Asociación Paraguaya de la Calidad, son los que componen la terna, de donde el presidente Mario Abdo Benítez debe elegir al próximo titular de Conacyt.

La senadora colorada Blanca Ovelar, ex ministra de Educación y destacada docente, denunció que desde que una investigadora presentó un trabajo financiado por el Conacyt, que comprobó el efecto dañino para la salud de las fumigaciones en los sojales, un sector del empresariado rural viene presionando para que no se hagan este tipo de investigaciones que amenazan a sus negocios. Desde esta perspectiva se busca que sean los empresarios y políticos los que manejen el organismo, y no científicos e investigadores reconocidos por su solvencia académica, como debe ser.

Este tipo de mentalidad es la que sigue ubicando al Paraguay como un país atrasado. El presidente de la República debe hacer caso al reclamo de los científicos e investigadores y debe vetar la terna de empresarios y sindicalistas para presidir el Conacyt, para elegir a algún científico o investigador que realmente otorgue prestigio al país.