“La cruel lógica de estos cercos es la de que el atacante ve demasiado costoso luchar y decide matar de hambre al ejército defensor, y con ello a mujeres y niños”, comentó Egeland, quien ha visitado recientemente Ucrania, en una rueda de prensa organizada por la Asociación de Corresponsales de Naciones Unidas (ACANU).
Egeland, actual secretario general de la oenegé Consejo Noruego de Refugiados (NRC), subrayó que esta, con 85 trabajadores sobre el terreno en Ucrania, se está centrando precisamente en llevar rápidamente alimentos a esas zonas ante la posibilidad de que se multipliquen los asedios rusos.
“Es una carrera contrarreloj por ayudar al este y sur de Ucrania, donde la lucha se está intensificando y desafortunadamente no hay tantos testigos de ello como los que hubo en Kiev”, afirmó.
En su viaje a Ucrania, que concluyó este lunes, Egeland visitó algunas de las ciudades de las afueras de Kiev donde se denunciaron matanzas rusas de civiles ucranianos, tales como Bucha, Borodianka o Irpin.
“He trabajado 10 años en Siria y al ver la destrucción en Ucrania regresan recuerdos (...) de cosas parecidas ocurridas en Alepo o Guta”, señaló el diplomático noruego, quien dirigió la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU entre 2003 y 2006.
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Egeland indicó que NRC tiene una oficina de operaciones en Severodonetsk, una de las principales ciudades del Donbás, donde muchos de los trabajadores se han tenido que ir paulatinamente de la zona a causa del aumento del conflicto, aunque aún queda medio centenar para coordinar las operaciones de ayuda humanitaria.
“Los que han salido de allí nos hablan de una ciudad en la que alrededor del 80% de los edificios han quedado destruidos”, relató Egeland.
Durante su viaje a Ucrania se reunió con autoridades nacionales y locales, entre ellos el alcalde de Borodianka, ciudad situada a unos 60 kilómetros al noroeste de Kiev, quien le explicó que actualmente sólo quedan en la localidad unas 3.500 personas, un tercio de las que la habitaban antes de que la guerra comenzara hace apenas dos meses.
Egeland se mostró partidario de que los ejércitos ucraniano y ruso intenten negociar un alto el fuego que permita al menos temporalmente llegar a zonas donde las necesidades humanitarias y la evacuación de civiles son más urgentes, en lugar de simples corredores humanitarios que en su opinión “son difíciles de utilizar”.
La actual guerra ha sido una muestra de ello, ya que numerosos convoyes en supuestos corredores humanitarios en áreas de fuertes hostilidades tuvieron que interrumpir sus planes de entrega de ayuda o de evacuación, pese a que en algunos casos estaban organizados o apoyados por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).