En el 2013 escribí una columna en la que expuse cómo impulsar la capacidad de, por lo menos, entender y descifrar las propuestas de los candidatos al poder, no importa para qué cargo. Tenemos estos dos meses para reflexionar antes de pararnos frente a una máquina y con un simple toque de botón otorgarles a unas personas la tremenda responsabilidad de tomar decisiones por nosotros.
¿Hemos cambiado algo en estos 10 años? Yo creo que sí, ya que la incorporación de internet, el acceso a cientos de videos y registros que ya no pueden ser alterados nos invita a ser “coherentes” con nuestras decisiones. Insisto que la mejor vara de evaluación es tu propio legado documentado de tus acciones. No son tus enunciados rimbombantes y llenos de una descarga emocional que repites como loro a ver si a alguien consigues embaucar. Hoy debes demostrar con hechos, no solo con palabras, por qué debemos darte nuestro voto el 30 de abril del 2023.
Pero por otro lado, la realidad es que una gran parte de la masa votante lo hará en función a lo que recibió o pueda recibir en los siguientes 5 años. Estos son los famosos votos duros, los prebendarios que aún forman parte de una masa importante del padrón electoral. Luego está la otra masa, una masa mucho más grande que va a ir a votar apoyada por la expectativa de un país mejor y por un ingreso digno. Votará por un país con menos corrupción, con más políticas públicas orientadas a la mejora del gasto público y por el destino de nuestros escasos recursos para conseguir cambios visibles en el país.
Lo más importante es dejar de esperar que los candidatos nos digan lo que queremos escuchar y forzarlos a que nos digan en blanco y negro “cómo piensan implementar una política pública para que tengamos un Paraguay mejor”. Exijo saber cómo y en qué tiempo se comprometen a hacer una disminución substancial en, por ejemplo, el microtráfico de drogas en todo el país. Cómo combatiremos al narcopolítico y la falta de coordinación de las instituciones encargadas de la seguridad. No queremos escuchar más que esto depende del Poder Judicial, de la Contraloría, del panchero de la esquina. ¡Basta ya, señores candidatos!
La política del poder debe dejar de ser “el mejor intento” para ser “el compromiso cumplido”. Y esto pasa substancialmente porque les digamos a los candidatos claramente que no queremos más saber qué proponen hacer, y sí queremos saber cómo se comprometen a hacerlo. Además, un punto radical es que no vamos a cambiar el país en 5 años. Pero sí podemos iniciar con personas nuevas, candidatos que se animaron a entrar en el campo del poder político para transformar las esferas del poder.
El liderazgo del cambio debe arrancar por las cabezas. Y si estas no están comprometidas con el cambio real del chip mental del funcionario público dejémonos de hacer discursos y directamente vayamos al escrache público. No solo los candidatos a la presidencia son importantes, sino todos los candidatos a senadores, diputados y a las gobernaciones.
Si los líderes tienen claro cómo queremos el Paraguay los que vamos a votar el 30 de abril, deberían indicarnos cómo lo harán posible. Repetimos tantas veces lo mismo y cada 5 años permitimos que nos mientan una vez más porque aquí nadie está exento de pecado como lo dice un libro de sabiduría. Casi por primera vez tendremos nuevas figuras que se candidatan a una posición de poder. Es hora de pedir cuentas a los que han estado en cargos de poder político, muchos en senadores y varios en diputados durante tanto tiempo y no han conseguido un cambio concreto en nuestra realidad. No está mal postularse una vez más al Congreso porque se permite constitucionalmente, pero sí sería trágico que el que lo hace no se comprometa a algo nuevo y que diga cómo lo va a hacer. No más “siempre de lo mismo”. No lo toleremos más. Y esto debemos permearlo como líderes empresariales a nuestros colaboradores. Basta ya de mensajes sin contenido y sin compromiso real.