En el ámbito del transporte terrestre o marítimo es un centro de distribución de tránsito de mercaderías o personas.
Hace pocas semanas el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) publicó los llamados “Narco Files”, una serie de filtraciones que revelan el estado actual del crimen organizado en América Latina. El Paraguay es catalogado como un hub logístico del narcotráfico y otras actividades ilícitas. La cocaína producida en Bolivia, Colombia y Perú es traída al Paraguay y embarcada con destino a Europa a través de la Hidrovía Paraguay-Paraná. Esta fue la vía elegida por los grandes carteles debido a la ausencia de radares de vigilancia del espacio aéreo y la vulnerabilidad de los controles portuarios.
Una cosa es que lo leamos así, genéricamente. Nos despierta, a lo sumo, una sensación del tipo “¡Eso siempre lo supimos!”. Pero es mucho más contundente que, con pocos días de diferencia, nos arrojen a la cara evidencias concretas, con nombre y apellido, de lo infiltrado que está el Estado Paraguayo por la mafia.
La reaparición mediática de Sebastián Marset a través de las entrevistas realizadas en algún lugar de nuestro territorio, puso al desnudo una de las facetas más aterradoras de ese poder que opera desde la oscuridad. Solo tenemos un radar aéreo que funciona a medias y que apenas cubre el 3% del cielo nacional. No sabemos cuántas pistas clandestinas hay, apenas suponemos que son miles. No nos gusta hablar del tema. Si lo volvimos a hacer, fue solo porque un diputado nacional murió hace unos días en un accidente ocurrido en una de ellas.
Marset desencadenó otra crisis inesperada. Podía borrar cuando se le antojaba, la orden de captura de Gianina, pues tenía sobornada a medio Interpol. Con este esquema, Dalia López puede entrar y salir del país las veces que quiera y jamás será encontrada.
Antes de que podamos reponernos de tanto escándalo, nos enteramos de que la Dirección de Material Bélico (Dimabel) era el brazo principal de una organización de tráfico de armas que tenía como cabeza de operaciones a una empresa privada. Las armas provenían de Croacia, Turquía, República Checa y Eslovenia e ingresaban legalmente al Paraguay para su posterior distribución en el mercado criminal del Brasil.
El negocio aparenta ser legal en Paraguay. Paga impuestos. Pero no usamos tantas armas. En realidad, se venden ilegalmente en el Brasil. Qué parecido con el negocio de los cigarrillos, ¿no? También aquí nos dirán, seguramente que no es contrabando, que es un problema del Brasil, no nuestro. Otro dato perturbador: Las rutas de los distintos tráficos son las mismas.
¿Faltaba algo más? Lo tuvimos hace unos días cuando la sublime torpeza de una “mula” filmada en el Aeropuerto Silvio Pettirossi con diez kilos de cocaína permitió descubrir a una red criminal que operaba en complicidad con funcionarios de seguridad.
La complicidad entre la mafia y el Estado se sella con la impunidad que solo la política puede otorgar. Ha sido, esencialmente, la política la que ha convertido a nuestro país en un paraíso para todo tipo de negocios ilícitos. Esta descomposición moral lleva décadas. La degradación de las instituciones no comenzó ayer. Nadie puede acusarme de fanatismo si señalo algo obvio: El principal responsable de esta situación es el Partido Colorado. No es el único, pero es el principal aliado de la mafia desde hace muchos años.
En la hegemónica ANR manda el cartismo, el menos abierto a la transparencia. Las señales que emite Peña son de más impunidad. O, el viejo partido doma al hub, o este domina a la ANR. Oscuro dilema para el futuro inmediato.