Manuel Araya, que murió en la localidad costera de San Antonio, en Chile, a unos 100 kilómetros al norte de la capital, fue uno de los últimos testigos clave de la causa que investiga la muerte del Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda y una de las primeras personas en cuestionar la versión oficial que señalaba a un avanzado cáncer de próstata como la causa de su muerte.
En 2011, el chofer denunció en una entrevista que el poeta fue asesinado con una inyección letal el 23 de setiembre de 1973, doce días después del golpe de Estado de Augusto Pinochet (1973-1990) que derrocó a su amigo y presidente Salvador Allende y un día antes de exiliarse en México.
“Manuel Araya fue un hombre muy valiente, le costó mucho que creyeran en su denuncia, que afortunadamente llegó a buen puerto, a manos de Eduardo Contreras, del Partido Comunista, quien presentó la primera querella (por la muerte del poeta) y de ahí derivó en la tramitación de este juicio”, expresó el sobrino del poeta, Rodolfo Reyes, uno de los impulsores de la investigación actual.
“Vemos morir a testigos que impulsaron investigación”
Las declaraciones de Araya, una de las últimas personas en ver con vida al poeta, fueron fundamentales y derivaron en una larga y aún inconclusa investigación que implicó la exhumación de los restos del poeta en 2013 y el peritaje de tres paneles de expertos internacionales ―el último reunido este año― para esclarecer si la muerte del diplomático y senador comunista se debió a causas naturales o intencionales.
“Neruda era un peligro para Pinochet. Acuérdense de la guerra española y de los refugiados que se llevó en el Winnipeg. A Pinochet no le interesaba que se fuera del país por ningún motivo”, indicó Araya en una rueda de prensa en febrero, cuando los peritos internacionales entregaron sus conclusiones a la ministra en visita para causas por violaciones de Derechos Humanos Paola Plaza.
Plaza, encargada de la causa, recibió un informe sobre la bacteria hallada en 2017 en los restos del poeta, el “clostridium botulinum”, pero no quiso revelar los hallazgos del estudio porque la causa está en fase de sumario.
Sin embargo, la familia, que tuvo acceso al documento por ser querellante en la causa, adelantó un día antes que el documento es una prueba concluyente de que fue “envenenado”.
“La justicia ha tardado demasiado en pronunciarse. Necesitamos que el tribunal acelere los tiempos y no ocurra lo que está ocurriendo, que es ver morir a testigos, peritos y a personas que han impulsado la investigación”, indicó este miércoles la abogada del caso Elisabeth Flores.
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La querellante explicó también que desde que la magistrada recibió el informe pericial, la familia solo pudo “tener a la vista” el estudio durante abril porque “la magistrada mandó a transcribir y traducir” el texto, “impidiendo que los abogados tuviéramos acceso para analizar el contenido completo”, criticó Flores.
“En este momento estamos esperando algunas diligencias, pero lo principal es que, ya con estos resultados, la ministra emita alguna resolución que permita seguir adelante para llegar a una resolución definitiva en orden a que hubo intervención de terceros en la muerte de Pablo Neruda”, concluyó la abogada.
Los restos de Araya se están velando en su domicilio de San Antonio y los funerales serán mañana en una parroquia de la localidad.
Fuente: EFE