El hijo menor, Marco Antonio Pinochet, informó que “lamentamos comunicar el sensible fallecimiento de nuestra querida madre, Lucía Hiriart de Pinochet”, el ex dictador que gobernó Chile con mano de hierro entre 1973 y 1990, dejando un saldo de más de 3.200 muertos y desaparecidos.
Hiriart, que llevaba mucho tiempo alejada de la actividad pública por su avanzada edad y en los últimos años estuvo varias veces ingresada debido a su delicado estado de salud, murió en su residencia en el oriente de Santiago.
Se trata de una de los personajes de mayor relevancia histórica en el país pues, junto a Pinochet, comandó una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, que dejó al menos 40.000 víctimas y más de 3.000 asesinados o desaparecidos a manos de agentes.
Al poco de conocerse la noticia, se empezaron a escuchar bocinazos en algunos barrios de Santiago y decenas de personas se agolparon en la Plaza Italia, la rotonda capitalina que fue el epicentro de las graves protestas que comenzaron en octubre de 2019.
“Muere una de las protagonistas de la época más oscura y terrible de este país”, dijo a la agencia Efe desde la zona cero del estallido social Gonzalo Rodríguez, de 48 años.
De su matrimonio con Pinochet nacieron cinco hijos: Augusto Osvaldo, María Verónica, Inés Lucía, Jacqueline Marie y Marco Antonio.
Su muerte sucede a casi 15 años del fallecimiento de su marido, el 10 de diciembre de 2006, y a tres días de que Chile celebre las elecciones más inciertas y trascendentales desde el fin de la dictadura, con dos candidatos antagónicos enfrentados en las urnas: el abogado ultraderechista José Antonio Kast y el diputado de izquierda Gabriel Boric.
Kast, quien quedó primero con el 27,8% de los sufragios en la primera vuelta el 21 de noviembre, se ha mostrado en ocasiones complaciente con Pinochet y defiende el modelo neoliberal instalado durante la dictadura militar (1973-1990) y profundizado en la transición, como el único modelo que crea riqueza.
“Lucia Hiriart es un personaje infame de nuestra historia que lamentablemente se va en total impunidad, sin pagar nada de lo que hizo”, apuntó por su parte a Efe Elizabeth Garrido, también en Plaza Italia.
Perfil
Aun alejada de la escena pública desde años, Chile no olvidó el carácter fuerte, dominante y caprichoso de la viuda del ex dictador chileno Augusto Pinochet, Lucía Hiriart, fallecida este jueves y a quien se le atribuye una poderosa influencia en el Gobierno militar de su marido (1973-1990).
Nacida el 10 de diciembre de 1923, según el registro civil, en el seno de una familia de izquierda vinculada a la élite política y social del Partido Radical (que gobernó Chile durante la década de 1940), Hiriart terminó convertida en uno de los símbolos más reconocidos de la sangrienta dictadura cívico-militar que aterrorizó al país suramericano.
Temida incluso por el mismo Pinochet según se supo con el transcurso de los años, Hiriart trazó su propio camino para hacerse de un espacio de poder en el régimen autoritario que se instauró en Chile tras el derrocamiento del presidente Salvador Allende.
Es más, fue ella misma quien ejerció la mayor influencia sobre Pinochet para que se sumara a la asonada golpista en setiembre de 1973, cuando el general no era parte de la conjura contra el Gobierno y aún contaba con la confianza del otrora primer mandatario de la Unidad Popular.
“No habría Pinochet sin Lucía Hiriart, ella fue su creadora”, dijo a Efe la periodista y autora de la biografía no autorizada Doña Lucía, Alejandra Matus.
Pero no solo en el momento decisivo del golpe Hiriart fue clave en la vida del dictador chileno: sus contactos y en particular su padre, que había sido senador y ministro del Interior de Juan Antonio Ríos en 1944, empujaron a Pinochet a ascender, en tanto su rendimiento académico (última antigüedad de su generación) y desempeño profesional eran más bien modestos.
“Ella era la reina y Pinochet el rey”
Una vez instalado en el poder, el matrimonio Pinochet Hiriart empezó a revelar sus carencias y necesidades, explicó Matus a Efe.
“Ella no hacía ninguna distinción entre los recursos del Estado y los propios. Abordaba todo como si le perteneciera, pero tampoco en un cruzada muy elaborada respecto de un programa político, sino que en su sicología era una especie de monarquía donde ella era la reina y Pinochet el rey”, afirmó Matus.
Ejemplo claro de lo anterior es la conocida mansión de Lo Curro en el sector oriente de la capital chilena, cuya construcción fue revelada a la opinión pública en 1984 a través de un reportaje de la periodista Mónica González.
En él se detalla una construcción “faraónica” dispuesta en un terreno de 80.000 metros cuadrados, 6.000 de ellos edificados y 62.000 destinados a parques y jardines; además de materiales como cristales importados de Bélgica y mármol de Alcántara, todo pagado con dinero público equivalente al 5% del presupuesto de Obras Públicas en un año de crisis económica como el país había visto jamás.
Según denunció la fallecida periodista chilena Patricia Verdugo, Pinochet e Hiriart se hicieron con millonarios viáticos de cerca de 7 millones de dólares para sus viajes al extranjero entre 1974 y 1975, incluyendo su asistencia al funeral del dictador español Francisco Franco.
Con la recuperación de la democracia, Hiriart siguió en el centro de escándalos vinculados a cómo su familia acumuló fortuna durante los años en que detentó el poder total.
Caso CEMA-Chile
Uno de los casos de corrupción más emblemáticos fue CEMA-Chile, la organización de madres que encabezó Hiriart una vez instalada en La Moneda y cuyas propiedades, otrora públicas, pasaron luego al patrimonio personal de la fallecida.
Pero CEMA, en este caso, no fue solamente un mecanismo de enriquecimiento de Hiriart, sino un vehículo de poder que explotó durante la dictadura como un espacio dedicado a las obras sociales.
“Ella movilizó esto cada vez que fue necesario demostrar apoyo político y social a la dictadura. Al principio no estaba preocupada por los recursos. Sí de construir un ejército de mujeres que era su zona de influencia. Ella demandaba una posición principal en la dictadura. Es cosa de ver que Pinochet tenía que nombrarla a ella antes que a su gabinete o la junta de Gobierno”, dijo Matus.
“Para pensar en la dictadura, hay que dejar de pensar que hubo un dictador, sino un dictador y una dictadora. Los dos son partes inseparables de lo que fue la dictadura en Chile, de por qué duró lo que duró y por qué Pinochet tuvo el lugar que tuvo”, señaló Matus.