Pilo Lloret era abogado, pero sobre todo compositor. En los últimos años se había dedicado casi solamente a la composición musical. “Le publiqué una obra que se llama A José Asunción Flores , una guarania. Y me dijo, tengo 17 composiciones más, 17 guaranias más, señal de que era muy productivo y en los últimos años sobre todo”, comenta Mario Rubén Álvarez. El escritor y comunicador relata que Ricardo sufrió de una larga y penosa enfermedad, que es lo que finalmente lo llevó a la eternidad. Sus restos son velados en el Parque Serenidad (Mariscal López y Bernardino Caballero).
Ricardo Lloret estudió en el colegio San José y fue su profesor el padre César Alonso de las Heras, de donde empezó a amar la poesía.
También fue alumno de la Escuela Agrícola de Ypacaraí y del Instituto Agronómico Carlos Pfannl, que está en Santa María, en Coronel Oviedo. Entre los estudios, el trabajo del campo y las muy salesianas recreaciones, Pilo aprendió a tocar la guitarra y a cantar. Perfeccionó, por otro lado, su guaraní y ese acopio de conocimientos de un modo silencioso estaba marcando el destino de ese hombre que tendría en la música su vigoroso canal de expresión.
Alguien que influyó mucho en su obra, en su creación poética, fue Ida Talavera de Fracchia, en cuya casa vivió algún tiempo. El hijo de la poeta Papi Fracchia, ejecutante del piano, le enseñó muchos de los secretos de las composiciones que después él iría haciendo.
Luego fue creando distintas obras en guaraní, en español, pues era bilingüe. “Por un tiempo se dedicó a la política en San Bernardino y, alguna vez, cuando nos encontramos me decía esto no es para mí, yo soy para la música, soy para el arte, pero trato de hacer lo mejor posible lo que me corresponde y de ese modo siguió trabajando al frente de la Municipalidad de San Bernardino, pero lo suyo evidentemente era la composición”, rememoró Mario Rubén.