La perrita que deambulaba por la zona conocida como Mundo Aparte durante los primeros días del 2011 con la mandíbula destrozada, adolorida, y desnutrida, tras ser víctima de personas que explotaron petardos en su hocico, conmovió con su historia a todo un país.
Mandy fue rescatada por voluntarios de la organización Adoptame y su proceso de recuperación duró varios meses. Fue adoptada por Gala Guerín, quien al conocer su historia decidió no dejarla sola nunca más.
“Le prometí que ese sería su nuevo hogar y que recibiría todo el amor y cuidado que se merecía; que a partir de ahí solo iba a sanar sus heridas y a ser feliz. Ella me levantaba una patita y movía la cola, siempre, de manera efusiva”, relató Guerín en su perfil de Facebook.
Después de los días internada en una clínica veterinaria, comiendo con dolor y muy poco, fue llevada a su nuevo hogar, donde le cocinaban sus platos favoritos y subió varios kilos más de los que tenía cuando la rescataron.

“De tener 11 kilos pasó a tener 23, y a lo largo de su vida llegó a pesar hasta 32 kilos. De comer (lamer y beber en realidad) paté diluido en agua con mucho dolor y en medio de aullidos, llegó a comer hueso y carne bien cocinada con salsita (ante el solo aroma ya babeaba, era uno de sus platos favoritos)”, contó.
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La perra mestiza murió este miércoles, acostada en el jardín, tranquila y relajada, como siempre esperaron que pase, detalló su dueña. “Fueron hermosos 8 años y 9 meses viviendo con Mandy y aunque ya físicamente no estemos juntas, siempre seguiremos unidas con la esperanza de un reencuentro”, escribió.
Su historia generó tanta indignación en la ciudadanía que detrás de su dolor llegó el puntapié inicial para una serie de eventos que llevaron a reforzaron la protección y sanciones severas contra el maltrato animal.
Guerín contó que el caso fue tan sonado que llegó a la prensa internacional y llamó la atención de organizaciones rescatistas y de cuidado animal grandes de Japón, Taiwán, Suiza, España e Italia, que decidieron respaldar el clamor ciudadano.
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Lo que más resaltó Guerín de Mandy es la capacidad que tenía de dar y recibir amor, y no sentir temor hacia los humanos, aunque estos hayan sido los que la lastimaron. Sin embargo, no había fecha festiva, especialmente durante fin de año, en que no sufra alteraciones al sonido de los fuegos artificiales y petardos.
“Le encantaba estar rodeada de personas, le encantaba la atención que recibía, el cariño que se ganaba instantáneamente. Y las personas recibían lo mismo de ella, puros saltos de alegría”, recordó su ama.
Finalizó diciendo que sí la perra pudiese dar un testimonio sobre lo vivido, hubiera agradecido a todas las personas que siempre estuvieron pendientes de ella, y a las que supieron darle amor hasta sus últimos días.