En contraste con la ruidosa avenida ubicada frente a su casa, situada al lado de locales comerciales y gomerías, su calmo y tranquilo aposento se vuelve el escenario en el que el cómico hace un repaso por su trayectoria y comparte como vive su día a día alejado de los palcos.
Con la mirada fija mientras habla sin apuros, a sus 88 años, el actor comenta que hoy día ocupa su tiempo, entre otras cosas, con la escritura. Se encuentra dando los últimos retoques a un pequeño libro con una selección de poemas de su autoría, que pretende lanzar en breve, y a la par, escribe nuevos textos para su gran pasión: el teatro.
Se entusiasma al comentar que una de sus obras, El arca de Noé, está siendo ensayada para ser presentada durante la inauguración de un teatro que llevará su nombre, en Villa Elisa. “Un gran honor digo yo, no sé si merezco tanto que un anfiteatro lleve mi nombre. ¡La gran siete, Iporãma ko upéa!”, exclama al referirse al homenaje.
Al principio iba a integrar el reparto de la obra, pero decidió no participar en razón de su avanzada edad. “Iba a actuar, pero mejor no, mis piernas no me responden y tengo que usar andador. Ijargélta nio”, expresa, al dejar entrever que extraña el escenario, pero que, a la vez, le causa cierta alegría verles moverse y ensayar al elenco que le homenajeará.

RETIRO. Alejado de los escenarios hace más de un año, tras haberse despedido con una puesta en escena de su autoría titulada Aló Madame en setiembre del 2018, y luego de sufrir un accidente vascular cerebral a inicios del 2017, Rojas Doria no esconde que por momentos se encuentra con la tristeza. “¿Y cómo te sentirías si no estás con los que te dan vida? ¿Triste, verdad? Bueno, así me siento”, expresa, al mismo tiempo de contrastar la añoranza del palco con la felicidad que le provoca el reconocimiento del público.
“Eso te da ánimo, te da alegría, te da satisfacción de que se te reconozca por lo que hiciste”, señala, y agrega el fútbol y su familia, como otras de las razones que le brindan felicidad. “Me llevan ellos a sus casas, paso el día con ellos, veo los partidos del mejor club del Paraguay, Cerro Porteño” detalla, entre risas.
Gratitud. Sobre su carrera, habiendo pasado por la radio, el teatro, el cine y la televisión, Don Rafael recuerda con gran gratitud a su amigo Cesar Álvarez Blanco (1927-2003), junto a quien recorrió varios países y ciudades presentando a Los Compadres Kure ha Kavara. “Era un tipo que tenía la palabra en la punta de los labios. Era vital, muy buen compañero de trabajo”, empieza a describirlo hasta que abruptamente se detiene por haberse emocionado.
“Perdónenme, así es la vida, cuando uno tiene momentos alegres también tiene momentos tristes. Y a veces te sobrepasa”, manifiesta.
Fue junto a su compadre, con quien compartió aquel que califica como el momento más feliz de su carrera. “Estábamos actuando en Nueva York y la gente se reía. Luego, detrás del escenario, trayendo a colación todo lo que hicimos, dijimos: ‘mira hasta donde nos trajo estos viejitos, hasta donde nos trajeron los compadres’. Son momentos que uno vive con pasión”, rememora.
MISIÓN. “A todos nos llega nuestro día y tenemos que dar cuenta de nuestras obras, si obramos bien, si hicimos mal, pedir perdón”, sostiene el actor al reflexionar sobre el paso del tiempo. Para él, la muerte no es un asunto que le inquieta. “No está en mi planes morirme todavía, de manera que me van a tener que aguantar dos o tres años más, mba’e. Unos años más”, expresa.
Al repasar su trayectoria, con seguridad y ahínco afirma: “No me arrepiento de mi pasado. Yo viviría mi misma vida otra vez. Estoy feliz con lo que logré, volvería a hacer todo lo que hice, a tener los amigos y los hijos que tengo”.
Para Don Rafael, ser el conductor de la alegría en los demás a través del humor, fue su gran misión como artista.
“Yo creo que esa es nuestra labor, ese es nuestro objetivo, para eso vivimos y para eso actuamos. Hacer reír y reírse es tocar el cielo, eso es la felicidad, ese es el propósito de la vida”, sostiene el celebre cómico.
El artista
Rafael Rojas Doria es actor cómico, dramaturgo y director teatral. Nacido el 24 de octubre de 1931. En su juventud estudió en el Colegio Nacional de la Capital, luego ingresó en la década del 50 en la Escuela Municipal de Declamación y Arte Escénico. Con una amplia carrera construida en el teatro, tuvo su paso por la radio e incluso en el cine, al participar de cintas como El trueno entre las hojas, del director argentino Armando Bo, en 1958. Junto a su amigo, el actor César Álvarez Blanco formó el dúo cómico Los Compadres Kure ha Kavara, presentándose ambos en diversos escenario locales e internacionales.