Ninguna sociedad puede sostener su salud mental cuando de manera sistemática vive situaciones críticas, de violencia e inseguridad, sumadas a una crisis económica tras el largo periodo de aislamiento por la pandemia del Covid. Esa realidad poblada de denuncias y hechos de corrupción de nuestra clase política y funcionarios públicos, y la permanente sensación de caminar al borde del abismo, caracterizada por asaltos en la vía pública, sicariato, además de la prevalencia del narcotráfico y el crimen organizado, casi a diario, dejan a la sociedad en estado de desesperanza.
La positiva reacción ciudadana a los eventos de los Juegos Odesur representa una respuesta de esa sociedad a la situación en que vivimos. Queda evidenciado que la gente necesita recuperar el entusiasmo, la alegría, confianza y la esperanza de que otro país es todavía posible. Esa reacción debe ser interpretada por las autoridades, la clase política y dirigencial, como un desesperado clamor de que debemos cambiar el rumbo.
Acostumbrados como estamos a las improvisaciones, la sorpresa inicial se dio en la inauguración de los Juegos Odesur, donde se vio un espectáculo magnífico que mereció los elogios, y no cabe duda de que la admiración por aquel espectáculo también es un síntoma de nuestra vapuleada autoestima nacional.
Se podría afirmar que los paraguayos y paraguayas han demostrado un insólito interés por los deportes durante esta semana que pasó, pero eso sería error. No es insólito, pues en pocas ocasiones hemos tenido oportunidades para ser partícipes de eventos de esta envergadura. La población ha podido presenciar la justa deportiva, conocer a los atletas que practican deportes bastante menos conocidos que el fútbol, y sobre todo, conocer de primera mano a estos deportistas que han demostrado gran talento, esfuerzo y compromiso por honrar la camiseta.
En el Paraguay necesitamos con suma urgencia políticas públicas que fomenten el deporte. Las instituciones del Estado deben tomar nota de las historias humanas que Odesur nos ha acercado; realidades de sacrificio y dedicación de atletas que cuentan con escaso apoyo. Es el caso del equipo femenino de básquetbol que demostraron, además de su talento deportivo, gran coraje y determinación logrando la medalla de plata en los Juegos Odesur 2022. Estas mujeres despertaron el respeto y admiración ciudadana, y sirva la aclaración, Paraguay carece de liga profesional de básquetbol femenino. Se debe tomar conciencia de la necesidad de apoyar más a los deportes y a los atletas paraguayos, pues como se ha podido comprobar, la Albirroja no es la única selección capaz de dar alegrías al pueblo.
Las políticas públicas para fomentar el deporte son imprescindibles, particularmente si se tienen en cuenta los recientes datos de Salud Pública: en el país, uno de cada tres niños y adolescentes presenta índices que los sitúa con sobrepeso y obesidad. Desde el 2007 hasta ahora, año tras año se incrementa la proporción de escolares, niños y adolescentes, entre 5 y 18 años, con obesidad. Paraguay es uno de los países con menor carga de actividad física a nivel educativo y esto se debe cambiar, de manera urgente.
La expresión clásica “mente sana en cuerpo sano” debería ser programa de gobierno. Este país se lo debe a los cientos de atletas que destacan, pese al nulo apoyo estatal; se lo debe a niños y jóvenes que no tienen oportunidades para desplegar sus talentos y aptitudes deportivas, y a toda una sociedad que clama por espacios de participación ciudadana, espacios seguros para la recreación de la familia. Una sociedad necesitada de motivos para celebrar y que, a pesar del infortunio y la fatalidad, encuentra resquicios de esperanza.
