07 abr. 2025

¡¡¡Firmeeeee, recruta!!!

Arnaldo Alegre

El servicio militar obligatorio (SMO) fue constituido para entrenar a la población civil ante alguna hipótesis de conflicto inminente.

Hay países, como Israel, en donde esta instrucción armada afecta a hombres y mujeres. Allí el servicio es altamente profesionalizado por una simple razón: se asentaron en una zona en la que sus vecinos quieren eliminarlos, aunque no les estén atacando más que, por el momento, con piedras, cuchillos y algún cohete.

En el Paraguay no hay conflictos bélicos inminentes. Y si los hubiera no estamos en condiciones para enfrentar ni siquiera la independencia de Villarrica. Bolivia, Brasil y Argentina están en mejores condiciones militares que nosotros; aunque la posibilidad de que haya un choque con ellos es ínfima.

En nuestro país el SMO consiste básicamente en reunir a un grupo de jóvenes en un predio castrense para hacer ciertas tareas como: orden cerrado, instrucción en uso de armas y otros instrumentos bélicos y ejercicios físicos generales.

El orden cerrado es una tarea en que una persona, a grito pelado, da órdenes a una tropa de mozalbetes medio tontos para que aprendan a avanzar o detenerse como un solo cuerpo. A los afectos militares, la tarea es útil, pero para el resto de la vida: no.

El uso de armas se da con elementos vetustos que ni como escobas sirven. En algunas ramas, como la Fuerza Aérea, hacen saltos con paracaídas; y en la Marina, en tanto, visitan alguna que otra chata herrumbrosa. Los ejercicios físicos no contemplan especificaciones para acciones especiales. Es todo adocenado y a tambor batiente. La idea es cansarlos lo más rápido posible para dominarlos con más facilidad.

Algunos se sienten orgullosos de esa época de su vida. Lo que es perfecto, pues fue uno de los primeros momentos de emancipación de muchos. Yo también estoy orgulloso de haber jugado minibásquet en Ciudad Nueva y me sirvió de mucho esa experiencia, pero no por eso pido que sea obligatorio para el resto de la sociedad.

El SMO tiene otros detalles escandalosos en Paraguay, en especial con los soldaditos. Los corruptos con galones abultaron en el presupuesto la cantidad de ellos para robar al país que juraron amor patriótico. También fue ideal para vender las libretas de baja y conseguir mano de obra cuasiesclava para las casas de encumbrados oficiales.

Mario Abdo Benítez salió a alabar el SMO. No ofreció ningún modelo nuevo ni incluyó a las mujeres. Con su habitual torpeza ideológica, solo dio muestra de su acendrado discurso retrógrado.